Lecturas del día

Lecturas del Sábado de la 26ª Semana del Tiempo Ordinario (I)

Bar 4,5-12.27-29 / Sal 68,33-35.36-37 (R.: 34a) / Lc 10,17-24

PRIMERA LECTURA

El que os mandó las desgracias os mandará el gozo.

Lectura del libro de Baruc     4,5-12.27-29

Ánimo, pueblo mío,
que llevas el nombre de Israel.
Os vendieron a los gentiles,
no para ser aniquilados;
por la cólera de Dios contra vosotros,
os entregaron a vuestros enemigos.

Porque irritasteis a vuestro Creador,
sacrificando a demonios y no a Dios;
os olvidasteis del Señor eterno
que os había criado,
y afligisteis a Jerusalén
que os sustentó.

Cuando ella vio que el castigo de Dios se avecinaba
dijo: Escuchad, habitantes de Sión,
Dios me ha enviado una pena terrible:
vi cómo el Eterno desterraba a mis hijos e hijas;
yo los crié con alegría,
los despedí con lágrimas de pena.

Que nadie se alegre viendo a esta viuda
abandonada de todos.
Si estoy desierta, es por los pecados de mis hijos,
que se apartaron de la ley de Dios.

¡Ánimo, hijos, gritad a Dios!,
que el que os castigó se acordará de vosotros.
Si un día os empeñasteis en alejaros de Dios,
volveos a buscarlo con redoblado empeño.
El que os mandó las desgracias
os mandará el gozo eterno de vuestra salvación.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 68,33-35.36-37 (R.: 34a)

R/.El Señor escucha a sus pobres.

Miradlo, los humildes, y alegraos, 
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón. 
Que el Señor escucha a sus pobres, 
no desprecia a sus cautivos. 
Alábenlo el cielo y la tierra, 
las aguas y cuanto bulle en ellas. R/.

El Señor salvará a Sión, 
reconstruirá las ciudades de Judá, 
y las habitarán en posesión. 
La estirpe de sus siervos la heredará, 
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.

EVANGELIO

Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas     10,17-24

En aquel tiempo, los setenta y dos volvieron muy contentos y dijeron a Jesús:

—Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre.

Él les contestó:

—Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno.
Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo.

En aquel momento, lleno de la alegría del Espíritu Santo, exclamó:

—Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los entendidos, y las has revelado a la gente sencilla.
Sí, Padre, porque así te ha parecido bien.
Todo me lo ha entregado mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo, sino el Padre; ni quién es el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.

Y volviéndose a sus discípulos, les dijo aparte:
—¡Dichosos los ojos que ven lo que vosotros veis! Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que veis vosotros, y no lo vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron.

Palabra de Señor.