Lecturas del día

Lecturas de Los Santos Inocentes

1Jn 1,5–2,2 / Sal 123,2-3.4-5.7b-8 (R.: 7a) / Mt 2,13-18

PRIMERA LECTURA

La sangre de Jesús nos limpia los pecados.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan     1,5–2,2

Os anunciamos el mensaje que hemos oído a Jesucristo: Dios es luz sin tiniebla alguna. Si decimos que estamos unidos a él, mientras vivimos en las tinieblas, mentimos con palabras y obras. Pero, si vivimos en la luz, lo mismo que él está en la luz, entonces estamos unidos unos con otros, y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia los pecados. Si decimos que no hemos pecado, nos engañamos y no somos sinceros. Pero, si confesamos nuestros pecados, él, que es fiel y justo, nos perdonará los pecados y nos limpiará de toda injusticia. Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso y no poseemos su palabra. Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 123,2-3.4-5.7b-8 (R.: 7a)

R/. Hemos salvado la vida, como un pájaro de la trampa del cazador.

Si el Señor no hubiera estado de nuestra parte,
cuando nos asaltaban los hombres, 
nos habrían tragado vivos: 
tanto ardía su ira contra nosotros. R/.

Nos habrían arrollado las aguas, 
llegándonos el torrente hasta el cuello; 
nos habrían llegado hasta el cuello 
las aguas espumantes. R/.

La trampa se rompió, y escapamos. 
Nuestro auxilio es el nombre del Señor, 
que hizo el cielo y la tierra. R/.

EVANGELIO

Herodes mandó matar a todos los niños en Belén.

+ Lectura del santo evangelio según san Mateo     2,13-18

Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo.» 
José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto.» Al verse burlado por los magos, Herodes montó en cólera y mandó matar a todos los niños de dos años para abajo, en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo por lo que había averiguado de los magos. Entonces se cumplió el oráculo del profeta Jeremías: «Un grito se oye en Ramá, llanto y lamentos grandes; es Raquel que llora por sus hijos, y rehúsa el consuelo, porque ya no viven.»

Palabra del Señor.