Catequesis del miércoles Cuaresma Papa Francisco

Catequesis del Papa: «Su Palabra llama al corazón y cambia los corazones»

Ciclo B – Cuaresma – Miércoles de Ceniza
14 de febrero de 2018

Lectura del Santo Evangelio según San Juan 15,7-8

En aquel tiempo dijo Jesús: “Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre: con que deis fruto abundante, así seréis discípulos míos”.

Palabra del Señor.


 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Buenos días, aunque el día no sea muy bueno. Pero si el alma está contenta el día es siempre bueno. Así que ¡buenos días! Hoy la audiencia se hará en dos sitios: un pequeño grupo de enfermos está en el Aula, a causa del mal tiempo y nosotros estamos aquí. Pero ellos nos ven y nosotros los vemos en la pantalla gigante. Los saludamos con un aplauso.

Continuamos con la catequesis sobre la misa. La  escucha de  las lecturas bíblicas, que se prolonga en la homilía, ¿a qué responde?  Responde a un derecho: el derecho espiritual del pueblo de Dios a recibir abundantemente el tesoro de la Palabra de Dios (véase la Introducción al Leccionario, 45). Cada uno de nosotros cuando va a misa tiene el derecho de recibir con abundancia la Palabra de Dios, bien leída, bien dicha y luego, bien explicada en la homilía. ¡Es un derecho! Y cuando la Palabra de Dios no se lee bien, no se predica con fervor por el diácono, por el sacerdote o por el obispo se falta a un derecho de los fieles. Nosotros tenemos el derecho de escuchar la Palabra de Dios. El Señor habla para todos, pastores y fieles. Llama al corazón de los que participan en la misa, cada uno en su condición de vida, edad, situación. El Señor consuela, llama, despierta brotes de vida nueva y reconciliada. Y esto, por medio de su Palabra. Su Palabra llama al corazón y cambia los corazones.

Por lo tanto, después de la homilía, un tiempo de silencio permite que la semilla recibida se sedimente en el alma, para que nazcan propósitos de adhesión  a lo que el Espíritu ha sugerido a cada uno. El silencio después de la homilía. Hay que guardar un hermoso silencio y cada uno tiene que pensar en lo que ha escuchado.

Después de este silencio, ¿cómo continúa la misa? La respuesta personal de fe se injerta en la profesión de fe de la Iglesia, expresada en el “Credo”. Todos nosotros rezamos el Credo en la misaRezado por toda la asamblea, el Símbolo manifiesta la respuesta común a lo que se ha escuchado en la  Palabra de Dios (véase Catecismo de la Iglesia Católica, 185-197). Hay un nexo vital entre la escucha y la fe. Están unidos. Esta, —la fe— efectivamente, no nace de las fantasías de mentes humanas sino que, como recuerda San Pablo, «viene de la predicación y la predicación por la Palabra de Cristo» (Rom 10,17). La fe se alimenta, por lo tanto, de  la escucha  y conduce al Sacramento . Por lo tanto, el rezo del “Credo “ hace que la asamblea litúrgica «recuerde, confiese y manifieste los grandes misterios de la fe, antes de comenzar su celebración en la Eucaristía». (Instrucción General del Misal Romano, 67). El Símbolo de fe vincula la Eucaristía al Bautismo recibido “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, y nos recuerda que los sacramentos son comprensibles a la luz de la fe de la Iglesia.

La respuesta a la Palabra de Dios recibida con  fe se expresa a continuación, en la súplica común, llamada Oración universal,porque abraza las necesidades de la Iglesia y del mundo (ver IGMR, 69-71; Introducción al Leccionario, 30-31). También se llama Oración de los Fieles.

Los Padres del Vaticano II quisieron restaurar esta oración después del Evangelio y de la homilía, especialmente  los domingos y días festivos, para que «con la participación del pueblo se hagan súplicas por la santa Iglesia, por los gobernantes, por los que sufren cualquier necesidad, por todos los hombres y por la salvación del mundo entero». (Const. Sacrosanctum Concilium, 53, ver 1Tim 2,1-2). Por lo tanto, bajo la dirección del sacerdote que  introduce y concluye, «el pueblo ejercitando el oficio de su sacerdocio bautismal, ofrece súplicas a Dios por la salvación de todos». (IGMR, 69). Y después de las intenciones individuales, propuestas por el diácono o por un lector, la asamblea une su voz invocando: “Escúchanos, Señor”.

Recordemos, en efecto,  lo que el Señor Jesús nos dijo: «Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que queráis y  lo conseguiréis» (Jn 15, 7). “Pero nosotros no creemos en esto porque tenemos poca fe”. Pero si tuviéramos una fe –dice Jesús- como un grano de mostaza, habríamos recibido todo. “Pedid lo que queráis y se os dará”. Y , este momento de la oración universal, después del Credo, es el momento de pedir al Señor las cosas más importantes en la misa, las cosas que necesitamos, lo que queremos. “Se os dará”; de una forma o de otra, pero “se os dará”. “Todo es posible para el que cree”, ha dicho el Señor. ¿Qué respondió el hombre  al que el Señor se dirigió para decir esta frase: “Todo es posible para el que cree”? Dijo : “Creo, Señor. Ayuda a mi poca fe”. Y la oración hay que hacerla con este espíritu de fe. “Creo, Señor, ayuda a mi poca fe”. Las pretensiones de la lógica mundana, en cambio, no despegan hacia el Cielo, así como permanecen sin respuesta las peticiones autorreferenciales (véase St 4,2-3). Las intenciones por las cuales los fieles son invitados a rezar deben dar voz a las necesidades concretas de la comunidad eclesial y del mundo, evitando el uso de fórmulas convencionales y miopes. La oración “universal”, que concluye la liturgia de la Palabra, nos exhorta a hacer nuestra la mirada de Dios, que cuida de todos sus hijos.

Saludos en las diversas lenguas

Saludos en francés

Recibo con alegría a los peregrinos francófonos, especialmente a los procedentes de Francia y Bélgica. Saludo a los jóvenes de París, Saint-Cloud, Aix y Périgueux. Hoy comenzamos nuestro camino hacia la Pascua. Os invito a entrar en este tiempo de conversión, dando más espacio en vuestras vidas a la oración y al  compartir con los más pobres. Os deseo a todos una buena Cuaresma. ¡Dios os bendiga!

Saludos en inglés

Saludo a los peregrinos y visitantes de habla inglesa presentes en la audiencia del Miércoles de Ceniza, especialmente los de Inglaterra, Irlanda, China y Estados Unidos de América. Deseo a todos vosotros  y a vuestras familias una Cuaresma santa y fecunda  e invoco sobre vosotros la gracia y la paz de Cristo nuestro Señor. ¡Dios os bendiga a todos!

Saludos en alemán

Saludo cordialmente  a los peregrinos de habla alemana. Hoy comienza la Cuaresma, un tiempo de gracia para la preparación de la Pascua, es decir, el encuentro con Jesús resucitado. En estos cuarenta días estamos invitados, con  la oración, el ayuno y las  obras de caridad, a ser cada vez más uno con Cristo. Para ello, que el Señor os bendiga  así como a vuestras  familias.

Saludos en español

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española provenientes de España y América Latina, y de modo particular saludo al grupo de peregrinos de Caravaca de la Cruz, con su Obispo Mons. José Manuel Lorca. Hoy, miércoles de Ceniza, al comenzar el tiempo de cuaresma, tiempo de gracia y de misericordia, le pedimos a la Virgen María que nos ayude a prepararnos para celebrar la pascua de Cristo con un corazón purificado. Que el Señor los bendiga. Muchas gracias.

 Saludos en portugués

Saludo de todo corazón a los diversos grupos de habla portuguesa llegados  de Brasil y Portugal, en especial a los numerosos fieles de la parroquia de “ Nossa Senhora do Resgate», “, a los miembros de la Asociación “ Família Vida», y  a los alumnos y profesores, con los respectivos familiares del Colegio «São Teotónio». Sobre vosotros y todos los demás peregrinos de lengua portuguesa, invoco la protección de la Virgen María:  Que Ella os  tome  de la mano a lo largo de los próximos cuarenta días, ayudándoos a asemejaros  más a Jesús resucitado. Os deseo una Cuaresma santa y rica de frutos.

Saludos en árabe

Dirijo un saludo cordial a los peregrinos de lengua árabe, especialmente a los de Líbano, Siria y Medio Oriente. La profesión de fe manifiesta la respuesta común a cuánto hemos escuchado juntos en  la Palabra de Dios. ¡Que  esta respuesta  salga de nuestros corazones y se encarne en nuestra vida diaria. ¡ El Señor os bendiga a todos y os proteja del maligno!

Saludos en polaco

Saludo cordialmente a los peregrinos polacos. Hoy entramos en la Cuaresma, tiempo de ayuno, de oración y de caridad. Mientras en nuestras frentes se posan las cenizas con la invitación: “convertíos y  creed en el Evangelio”, preparemos nuestros corazones a vivir este tiempo en unión con el Cristo sufriente, que nos redimió con su pasión y muerte para que, libres del pecado, podamos participar en la santidad de Dios mismo. Os bendigo de todo corazón.

Saludos en italiano

Una cordial bienvenida a los fieles de la lengua italiana.

Saludo en particular a los participantes en el Curso promovido por la Congregación para el Clero para los responsables de la formación permanente del clero en América Latina, a los Misioneros Claretianos, a las Hermanas de San Pablo de Chartres y  a las Religiosas Hijas de Jesús.

Saludo a los chicos y chicas  de Tezze sul Brenta, a las parroquias, a los grupos de los que han recibido la confirmación en  Valbona y Lozzo Atestino  y  a los que la recibirán en  Monselice y Arquà Petrarca. También saludo a las asociaciones e institutos escolares, en particular a L’Arca de  Legnano y  al De Filippo di Roma. Os exhorto a reavivar vuestra  fe para ser testigos del amor del Señor con obras concretas de caridad.

Un pensamiento especial para los jóvenes, los enfermos y los recién casados. Hoy, Miércoles de Ceniza comienza el camino de Cuaresma. Queridos jóvenes, deseo que viváis este tiempo de gracia como un retorno al amor del Padre, que espera a todos con los brazos abiertos. Queridos enfermos, os animo a ofrecer vuestros sufrimientos por  la conversión de aquellos que viven lejos de la fe; y os invito, queridos recién casados, a construir vuestra nueva familia sobre la roca del amor de Dios.

Saludo a los enfermos en el Aula Pablo VI  

Gracias por la visita. Os doy la bendición a todos. Yo voy a la Plaza y vosotros podréis ver desde aquí la audiencia en la Plaza. Desde la Plaza os verán ¡eh!. Vosotros veréis a los que están en la Plaza y ellos os verán a vosotros. Es muy bonito esto. Recemos un Ave María a la Virgen.

Reza el Ave María

Bendición

¡Y rezad por mí!. No os olvidéis, ¡eh! Buena audiencia. Hasta luego. Gracias.