Opinión Recomendamos

Un selfie al selfie

Selfie

Por José Alfredo Cabrera Guerra

Acabo de obtener un dato con el que usted puede sorprender a sus amigos. Existe una ciudad que se llama Makati City, que más allá de ser el centro financiero de Filipinas, ha sido proclamada, luego de un estudio realizado por la revista Time, como la capital mundial del selfie[1]. Makati no sólo produce dinero e inversiones sino también genera más selfies per capita que cualquier otra ciudad del mundo (258 por cada 100,000 personas)[2].

En el 2012 la misma revista eligió al selfie como una de las tendencias del año. Desde otro ángulo, la gran cadena de ventas por internet Amazon informó que en el 2014 el regalo estrella en Navidad fue el selfie stick o palo para la auto foto. Las ventas del aparatico crecieron, nada más ni nada menos, que en un 400%.

De manera sugerente el periodista del diario colombiano El Tiempo, Armando Silva, escribió que antes “las fotos eran lo más íntimo de la familia, se guardaban como un tesoro en el viejo álbum familiar”[3]. Hoy el fenómeno de las redes sociales ha arrasado con la experiencia de las fotos familiares o personales.

Los estudios actuales nos muestran que entre el 3 y 4 % de las fotos subidas a las redes sociales son selfies pero que gran parte de estas imágenes son subidas por los jóvenes. ¿Podríamos estar hablando de que el selfie es un fenómeno que requiere un estudio especial para entender la realidad actual de los jóvenes de nuestro tiempo? O como se pregunta Alejandro Saporta “¿es el fenómeno selfie tan solo una moda o su popularidad nace de un narcisismo creciente en la sociedad de hoy en día?”[4]. Pareciera que estamos enfrentando a un gran generación donde su lema de vida es “Me, myself and I”.

Hay algunos que hablan incluso de una patología fruto de esta moda: el síndrome selfie. Esta patología lo sufriría aquel que no es capaz de escuchar, que está excesivamente preocupado por sí mismo y que manifiesta permanentemente un sentimiento de superioridad, egocentrismo y es incapaz de aceptar las críticas de los demás. El mundo y sus modas imponen tendencias y de este primer árbol del selfie vienen naciendo otras ramas que buscan abrirse paso como el multiselfie (autofotografiarse en grupo), el shoefie (fotografiarse los pies), el bedfie (tomarse una foto al levantarse), el pregnantselfie (cuando una mujer se toma una foto en embarazo), el aftersex (el selfie después de tener una relación sexual) o el powerselfie (tomarse un selfie con una celebridad y así potenciar su imagen).

Lo que si está claro es que vivimos en una sociedad que cada vez está más pendiente de su apariencia, y las redes sociales son la pasarela perfecta para desfilar y potenciar la imagen personal. Todos hemos sido adolescentes y es muy natural que a esa edad vivimos una experiencia con rasgos de narcisismo y con la necesidad de exponernos a la aceptación del grupo de nuestros pares[5].

¿Es malo el selfie? ¿Podríamos darle un valor moral a esta tendencia? Yo creo que en sí mismo es un fenómeno neutral. Muchas veces las selfies se hacen por diversión, por mostrar algún logro personal, como medio de comunicación, para compartir un momento. Hasta podría salvar una vida. A veces la posibilidad de tomarme un selfie me ha sacado del aprieto de querer perennizar un momento en el que estoy solo y nadie me puede tomar la foto. Este recurso de los smartphones nos permite ahora probablemente captar ángulos de la realidad que antes no eran tan accesibles, algo así como las tomas que los drones pueden captar ahora.

Más bien tendríamos que preguntarnos ¿qué cosa manifiesta del ser humano una tendencia tan popular como el selfie? El ser humano tiene necesidad de amar y ser amado, tiene necesidad de ser valorado, de que su vida tenga sentido, todos quieren tener una vida con significado, nadie quiere ser anónimo. Todos quieren escuchar que le digan “es bueno que existas”. ¿No es el joven una persona que está en búsqueda de identidad y qué en esa búsqueda a veces quiera con fuerza llamar la atención? Es probable que las personas de nuestro tiempo estén sufriendo por falta de amor, de sentido y de valoración. ¿No será que muchos viven una crisis de soledad, de inseguridad y vanidad?

En el fondo es solamente un dato irrelevante que Makati City sea la capital mundial del selfie y que gran parte de estas auto fotos son juveniles. Es necesario y relevante más bien, acompañar estos datos con un análisis para saber qué es lo que manifiesta el fenómeno y así entender mejor al ser humano y ayudar a que su vida sea más plena y más realizada.

El ser humano en su esencia es el mismo siempre. Cambian las manifestaciones, cambia el entorno, pero en su naturaleza sigue siendo el mismo. El esfuerzo que no debemos dejar de hacer es el de proclamar una y otra vez la verdad del hombre. Un ser abierto al encuentro, necesitado de los demás y con un anhelo profundo de trascendencia, de no morir y con honda nostalgia de comunión.

La tendencia mundial del selfie pasará y aparecerá otra moda y el ser humano será el mismo. Lo que nunca pasará de moda es que el ser humano necesita saber que lo aman y que puede amar. Necesita experimentar hondamente que su existencia es valiosa y que tiene un lugar en el mundo.


 

[1] Selfie: una fotografía que alguien se hace a sí mismo, normalmente con un smartphone o una webcam para subirla a un foro o red social.

[2] http://time.com/selfies-cities-world-rankings/

[3] Silva acusa y afirmará con claridad que vivimos en la era de Narciso: http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/egolatria-en-las-redes-sociales/15727977

[4] Ver http://www.socialmediaproject.es/el-fenomeno-selfie/

[5] Así lo afirma el sociólogo Gil en http://www.huffingtonpost.es/2014/04/27/selfies-ciencia_n_5217655.html