Papa Francisco

Papa a los consagrados: Derrotar al mal espíritu en su propio terreno

Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 23 – Domingo 
08 de setiembre de 2019
 
La última actividad pública del Santo Padre en Madagascar, del domingo 8 de septiembre, fue su encuentro con los sacerdotes, consagrados y seminaristas en el Colegio San Miguel de Antananarivo
 
Tras ser acogido por el obispo Presidente de la Comisión Episcopal de los Religiosos en el campo deportivo del Colegio San Miguel – que se encuentra en el barrio de Amparibe y que fue fundado por algunos misioneros jesuitas franceses – el Papa Francisco hizo su ingreso saludando a los presentes mientras se entonaban cantos de alegría.

Después del breve saludo de Suzanne Marianne Raharisoa, Presidenta de la Conferencia de las Religiosas, el Santo Padre comenzó agradeciendo a estos queridos hermanos y hermanas su cálida bienvenida. Y afirmó que deseaba dirigir sus primeras palabras especialmente a todos los sacerdotes, consagradas y consagrados que no pudieron viajar por un problema de salud, el peso de los años o por alguna complicación.

“ Por favor no nos dejemos robar la alegría misionera ”

En Madagascar signos de una Iglesia viva y pujante

Al terminar su visita a Madagascar el Papa puso de manifiesto que al ver su alegría, y recordando también todo lo que él mismo vivió en tan poco tiempo en su isla, le brotaban del corazón esas palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas cuando, estremecido de gozo, dijo:

“ Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños ”

Y agregó que este gozo los confirmaba sus testimonios porque, aun lo que ellos mismos expresan “como problemáticas”, son “signos de una Iglesia viva, pujante, en búsqueda de ser cada día presencia del Señor”.

“ Esta realidad es una invitación a la memoria agradecida de todos aquellos que no tuvieron miedo y supieron apostar por Jesucristo y su Reino; y ustedes hoy son parte de su heredad ”

Los que mantuvieron viva la llama de la fe en estas tierras

El pensamiento del Santo Padre se dirigió a los lazaristas, a los jesuitas, a las hermanas de San José de Cluny, a los hermanos de las escuelas cristianas, a los misioneros de La Salette y a todos los demás pioneros, obispos, sacerdotes y consagrados. Naturalmente, sin olvidar a los tantos laicos que, en los momentos difíciles de persecución, cuando muchos misioneros y consagrados tuvieron que partir, fueron quienes mantuvieron viva la llama de la fe en estas tierras”. De ahí que el Pontífice haya puesto de manifiesto que esto “nos invita a recordar nuestro bautismo, como el primer y gran sacramento por el que fuimos sellados como hijos de Dios”.

El desafío de ser una Iglesia “en salida”

El Papa Bergoglio destacó además que los discípulos, como ellos hoy, aceptaron el desafío de ser una Iglesia “en salida”, y traen las alforjas llenas para compartir todo lo que han visto y oído. Por esta razón no dudó en afirmar:

“ Ustedes se han atrevido a salir, y aceptaron el desafío de llevar la luz del Evangelio a los distintos rincones de esta isla ”

Estar al lado de su pueblo y con su pueblo

El Santo Padre afirmó que conoce las situaciones difíciles que viven muchos de ellos donde faltan los servicios esenciales – agua, electricidad, carretera y  medios de comunicación – o la falta de recursos económicos para llevar adelante la vida y la actividad pastoral. Y que muchos de ellos sienten también sobre sus hombros, por no decir sobre su salud, el peso del trabajo apostólico. Y al destacar que ellos han elegido permanecer y estar al lado de su pueblo y con su pueblo, el Obispo de Roma les dio las gracias por esto.

“ Muchas gracias por su testimonio y por querer quedarse ahí y no hacer de la vocación un ‘pasaje a una mejor vida’ ”

El Papa también les dijo a los consagrados y seminaristas que quedarse ahí con esa conciencia los compromete con todo su ser en la gran misión de la evangelización. Sí, porque como afirmó:

“ La persona consagrada es capaz de reconocer y señalar la presencia de Dios allí donde se encuentre. Es más, quiere vivir en su presencia, que aprendió a saborear, gustar y compartir ”

No a los “habriaqueísmos”

Asimismo Francisco destacó que en la alabanza encuentran su pertenencia e identidad más hermosa que libra al discípulo de los “habriaqueísmos” y le devuelve el gusto por la misión y por estar con su pueblo; le ayuda a ajustar los “criterios” con los que se mide a sí mismo, mide a los demás y a toda la actividad misionera, para que no tengan algunas veces poco sabor a Evangelio.

María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano