08 de setiembre de 2019
Después del breve saludo de Suzanne Marianne Raharisoa, Presidenta de la Conferencia de las Religiosas, el Santo Padre comenzó agradeciendo a estos queridos hermanos y hermanas su cálida bienvenida. Y afirmó que deseaba dirigir sus primeras palabras especialmente a todos los sacerdotes, consagradas y consagrados que no pudieron viajar por un problema de salud, el peso de los años o por alguna complicación.
En Madagascar signos de una Iglesia viva y pujante
Al terminar su visita a Madagascar el Papa puso de manifiesto que al ver su alegría, y recordando también todo lo que él mismo vivió en tan poco tiempo en su isla, le brotaban del corazón esas palabras de Jesús en el Evangelio de Lucas cuando, estremecido de gozo, dijo:
Y agregó que este gozo los confirmaba sus testimonios porque, aun lo que ellos mismos expresan “como problemáticas”, son “signos de una Iglesia viva, pujante, en búsqueda de ser cada día presencia del Señor”.
Los que mantuvieron viva la llama de la fe en estas tierras
El pensamiento del Santo Padre se dirigió a los lazaristas, a los jesuitas, a las hermanas de San José de Cluny, a los hermanos de las escuelas cristianas, a los misioneros de La Salette y a todos los demás pioneros, obispos, sacerdotes y consagrados. Naturalmente, sin olvidar a los tantos laicos que, en los momentos difíciles de persecución, cuando muchos misioneros y consagrados tuvieron que partir, fueron quienes mantuvieron viva la llama de la fe en estas tierras”. De ahí que el Pontífice haya puesto de manifiesto que esto “nos invita a recordar nuestro bautismo, como el primer y gran sacramento por el que fuimos sellados como hijos de Dios”.
El desafío de ser una Iglesia “en salida”
El Papa Bergoglio destacó además que los discípulos, como ellos hoy, aceptaron el desafío de ser una Iglesia “en salida”, y traen las alforjas llenas para compartir todo lo que han visto y oído. Por esta razón no dudó en afirmar:
Estar al lado de su pueblo y con su pueblo
El Santo Padre afirmó que conoce las situaciones difíciles que viven muchos de ellos donde faltan los servicios esenciales – agua, electricidad, carretera y medios de comunicación – o la falta de recursos económicos para llevar adelante la vida y la actividad pastoral. Y que muchos de ellos sienten también sobre sus hombros, por no decir sobre su salud, el peso del trabajo apostólico. Y al destacar que ellos han elegido permanecer y estar al lado de su pueblo y con su pueblo, el Obispo de Roma les dio las gracias por esto.
El Papa también les dijo a los consagrados y seminaristas que quedarse ahí con esa conciencia los compromete con todo su ser en la gran misión de la evangelización. Sí, porque como afirmó:
No a los “habriaqueísmos”
Asimismo Francisco destacó que en la alabanza encuentran su pertenencia e identidad más hermosa que libra al discípulo de los “habriaqueísmos” y le devuelve el gusto por la misión y por estar con su pueblo; le ayuda a ajustar los “criterios” con los que se mide a sí mismo, mide a los demás y a toda la actividad misionera, para que no tengan algunas veces poco sabor a Evangelio.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano