Ciclo C – Adviento – Semana 03 – Martes
18 de diciembre de 2018
La sabiduría de los buenos padres
En las Sagradas Escrituras, conocemos a José como a “un hombre justo, respetuoso de la ley, un trabajador, humilde, enamorado de María”. En un primer momento, ante lo incomprensible, “prefiere hacerse a un lado” pero después “Dios le revela su misión”. Y así José abraza su misión, su papel, y acompaña el crecimiento del Hijo de Dios “en silencio, sin juzgar, sin hablar de más, sin chismorrear”.
“Ayudar a crecer, a desarrollarse. Así buscó un lugar para que el hijo naciera, lo cuidó, lo ayudó a crecer, le enseñó el oficio: tantas cosas… En silencio. Nunca se apropió de su hijo: lo dejó crecer en silencio. Deja crecer: sería la palabra que nos ayudaría tanto, a nosotros que por naturaleza siempre queremos poner nuestras narices en todo, especialmente en la vida de los demás. “¿Por qué hace eso? ¿Por qué el otro…? Y empiezan a chismorrear, diciendo… Y él lo deja crecer. Él lo protege. Ayuda, pero en silencio”.
Una actitud sabia que el Papa Bergoglio reconoce en tantos padres: la capacidad de esperar, sin gritar inmediatamente, aun ante un error. Es fundamental saber esperar, antes de decir la palabra capaz de hacer crecer. Esperar en silencio, como hace Dios con sus hijos, con quienes tiene tanta paciencia.
El hombre de los sueños
En la homilía el Pontífice aclara seguidamente que San José era un hombre concreto, pero con el corazón abierto, “el hombre de los sueños”, no “un soñador”.
“El sueño es un puesto privilegiado para buscar la verdad, porque allí no nos defendemos de la verdad. Vienen y… Y Dios también habla en los sueños. No siempre, porque generalmente es nuestro inconsciente que viene, pero Dios tantas veces eligió hablar en los sueños. Lo hizo tantas veces, en la Biblia se ve, ¿no? José era el hombre de los sueños, pero no era un soñador ¿eh? No era fantasioso. Un soñador es otra cosa: es aquel que cree…va… está en el aire, y no tiene los pies plantados en la tierra”.
No perder el gusto de soñar
Finalmente, el Papa Francisco pide que no se pierda la capacidad de soñar, la capacidad de abrirse al mañana con confianza, no obstante las dificultades que pueden surgir.
“No perder la capacidad de soñar el futuro: cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros: soñar sobre nuestra familia, sobre nuestros hijos, sobre nuestros padres. Mirar como yo quisiera que anduviera su vida. También los sacerdotes: soñar sobre nuestros fieles, qué queremos para ellos. Soñar como sueñan los jóvenes, que son “descarados” en el soñar, y allí encuentran un camino. No perder la capacidad de soñar, porque soñar es abrir las puertas al futuro. Ser fecundos en el futuro”.
Barbara Castelli – Ciudad del Vaticano