Mi vida en Xto

Oración del viernes: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”

Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 05 – Viernes
12 de febrero de 2020

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+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, Dios mío, puesto en tu presencia te agradezco por todas las bendiciones que me das. Acompáñame en este momento de oración y en este día con la luz de tu Espíritu para vivir según tu Evangelio. Ayúdame, Señor Dios mío, a ser santo y alcanzar la salvación que tienes prometida para quienes viven según tus mandatos.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Puesto en tu presencia tomo conciencia de las muchas veces que me aparto de ti. Cuántas veces, Señor, me aferro a cosas materiales o limitadas, dejándote de lado. Cuántas veces vivo de modo egoísta, busco solo mi propio bien y me olvido de aquellos que están al último. Te pido, Señor, perdón, e invoco tu ayuda para ser cada vez más humilde y ser como Tú, que viniste a servir y no a ser servido.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos” Mc 7,31-37

Cuando Jesús volvía de la región de Tiro, pasó por Sidón y fue hacia el mar de Galilea, atravesando el territorio de la Decápolis. Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos. Jesús lo separó de la multitud y, llevándolo aparte, le puso los dedos en las orejas y con su saliva le tocó la lengua. Después, levantando los ojos al cielo, suspiró y le dijo: “Efatá”, que significa: “Ábrete”. Y enseguida se abrieron sus oídos, se le soltó la lengua y comenzó a hablar normalmente. Jesús les mandó insistentemente que no dijeran nada a nadie, pero cuanto más insistía, ellos más lo proclamaban y, en el colmo de la admiración, decían: “Todo lo ha hecho bien: hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

Lectura espiritual breve

Lee lo que nos enseña San Agustín:

“Cantaré al Señor mientras viva, tocaré para mi Dios mientras exista” (Sal 103,33) ¿Qué cantará el salmista? Cantará todo lo que Dios es. ¡Cantemos la gloria del Señor durante toda nuestra vida! Nuestra vida actual no es más que una esperanza; nuestra vida auténtica será la eternidad; la vida de esta vida mortal es la esperanza de la vida inmortal. “Cantaré al Señor mientras viva, tocaré para mi Dios mientras exista”. Y como viviré en él para siempre, mientras exista cantaré a mi Dios. Cuando hayamos iniciado nuestro canto al Señor en la ciudad del cielo no haremos otra cosa. Toda nuestra vida será entonces cantar la gloria de Dios. Si, aquí abajo, el objeto de nuestras alabanzas nos produce hastío, nuestros cantos de alabanzas también nos cansarán. Pero si amamos al Señor, objeto de nuestra alabanza, cantaremos por siempre su gloria. “¡Cantaré al Señor mientras viva…!”

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2. ¿Cómo ilumina mi vida?

3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

Acción de gracias y peticiones personales

Te agradezco, Señor, por este momento de oración, y por tu presencia en mi vida. Quiero vivir completamente entregado a Ti, y te pido la fuerza de tu gracia para que así sea. Ayúdame a luchar contra las insidias del enemigo, y a ser coherente con el camino que Tú me llamas a vivir, aceptando siempre las alegrías y cruces que vendrán en el camino.  Amén

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.