Mi vida en Xto

Oración del viernes: «La Sabiduría ha quedado justificada por sus obras»

Ciclo C – Adviento – Semana 2 – Viernes
14 de diciembre de 2018

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, puesto en tu presencia te pido que me ayudes a disponer mi corazón para acoger tu Palabra y hacerla vida en mí.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Te pido perdón Señor porque sé que Tú me has amado hasta el extremo, pero aún así muchas veces desconfío de ti. Descubro que mi fe es débil y por eso me desvío del camino. Pero tengo la certeza de que siempre me perdonas, pues tu misericordia es infinita. Ayúdame a ponerme de pie cada vez que tropiece.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

«La Sabiduría ha quedado justificada por sus obras» (Mt 11,16-19)

Pero, ¿con quién compararé a esta generación? Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: «¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!». Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: «¡Ha perdido la cabeza!». Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: «Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores». Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras.

Lectura espiritual breve

Lee con atención la siguiente reflexión:

El Evangelio nos presenta la opinión de Cristo sobre los hombres de su tiempo. En el fondo critica que siempre están inconformes, y por tanto se quejan. ¿Podría decir lo mismo de los cristianos de nuestro tiempo? ¿Podría decir lo mismo de mi? Adviento es un tiempo de conversión, por lo tanto es un momento privilegiado para hacernos estas preguntas, y hacerlas por el sincero deseo de cada día ser mejores, de asemejarnos cada vez más a Jesús. Cristo les evidencia que son gente inconforme. Si hay alegría y danza, no bailan. Si hay canto de duelo, no hay golpes de pecho. Si Juan no comía ni bebía, está poseído. Si Cristo en cambio come y bebe… también hay quejas. ¿No seremos así también nosotros? El problema radica en que queremos que todo se acomode a nuestros gustos. Incluso queremos que el Plan de Dios se ajuste a nuestras exigencias. Nos gusta exigir, pero no que nos exijan. Estamos más preocupados por nuestro bienestar que por el de los otros. Reclamamos cuando pensamos que Dios nos pide mucho, pero nos olvidamos todo lo que Él nos ha dado. Que la venida de Jesús en esta Navidad nos ayude a convertir nuestros corazones. Que nos ayude a decir como María: «Hágase en mi según tu palabra», en vez de estar reclamando que las cosas sean como nosotros queremos. Como bien lo expresaba San Francisco: «No querer ser consolados, sino consolar; no querer ser comprendidos, sino comprender; no buscar ser amados, sino amar».

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús por el don de la fe que me has regalado. Ayúdame a reconocerte en medio de los hombres, para que acogiendo tus enseñanzas, pueda convertir mi corazón a Ti y así ser un digno hijo del Padre.  Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Encomendémonos a nuestra Madre rezando:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.