Mi vida en Xto

Oración del sábado: “El discípulo no es más que el maestro”

Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 14 – Sábado
13 de julio de 2019

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Jesús, al iniciar este breve momento de oración quiero ponerme en tu presencia y ofrecerte toda mi vida. Yo creo en Ti, Señor Jesús, pero ayúdame a aumentar cada vez más mi fe. Ayúdame a que, escuchando con apertura de mente y corazón tu palabra, pueda ir viviéndola para seguir siempre el Plan que el Padre tiene para mí.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Señor Jesús, iluminado por tu presencia tengo que reconocer que muchas veces mi fe es débil. A veces no creo con suficiente fuerza o no comprendo bien aquello que me manifiestas con tanta claridad. Tú sabes, Señor, que soy débil, pero que a la vez te amo profundamente y quiero tener una fe cada vez más fuerte y sólida, para vivir también cada vez más coherentemente con ella. Te pido perdón, Señor, por mi falta de fe y coherencia, y te pido que me ayudes a ser firme y perseverante con todo lo que me vas mostrando en mi vida.

Lectura Bíblica

«El discípulo no es más que el maestro» Mt 10,24-33

El discípulo no es más que el maestro ni el servidor más que su dueño. Al discípulo le basta ser como su maestro y al servidor como su dueño. Si al dueño de casa lo llamaron Belzebul, ¡cuánto más a los de su casa! No les teman. No hay nada oculto que no deba ser revelado, y nada secreto que no deba ser conocido. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo en pleno día; y lo que escuchen al oído, proclámenlo desde lo alto de las casas. No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Teman más bien a aquel que puede arrojar el alma y el cuerpo a la Gehena. ¿Acaso no se vende un par de pájaros por unas monedas? Sin embargo, ni uno solo de ellos cae en tierra, sin el consentimiento del Padre que está en el cielo. Ustedes tienen contados todos sus cabellos. No teman entonces, porque valen más que muchos pájaros. Al que me reconozca abiertamente ante los hombres, yo lo reconoceré ante mi Padre que está en el cielo. Pero yo renegaré ante mi Padre que está en el cielo de aquel que reniegue de mí ante los hombres.

Lectura espiritual breve

Lee este breve texto del Papa San Juan Pablo II:

Este seguimiento del Maestro, que nos debe llevar a imitarlo hasta dar la vida por su amor, ha sido casi una constante llamada, para los cristianos de los primeros tiempos y de siempre, a dar este supremo testimonio de amor —el martirio— ante todos, especialmente ante los perseguidores. Así la Iglesia, a través de los siglos, ha conservado como un legado precioso las palabras que Cristo dijo: «el discípulo no es más que el maestro» (Mt 10,24), y que «si a mí me han perseguido, lo mismo harán con vosotros» (Jn 15,20). De este modo vemos que el martirio —testimonio límite en defensa de la fe— es considerado por la Iglesia como un don eximio y como la prueba suprema de amor, mediante la cual un cristiano sigue los mismos pasos de Jesús, que aceptó libremente el sufrimiento y la muerte por la salvación del mundo. Y aunque el martirio sea un don concedido por Dios a unos pocos, sin embargo, todos deben —y debemos— estar dispuestos a confesar a Cristo delante de los hombres, sobre todo en los periodos de prueba que nunca —incluso hoy día— faltan a la Iglesia. Al honrar a sus mártires, la Iglesia los reconoce, a la vez, como signo de su fidelidad a Jesucristo hasta la muerte, y como signo preclaro de su inmenso deseo de perdón y de paz, de concordia y de mutua comprensión y respeto.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?

2. ¿Cómo ilumina mi vida?

3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

Acción de gracias y peticiones personales

Te agradezco Señor por este momento de oración, porque siempre que rezo sé que me escuchas y que te haces presente en mi vida. Yo sé Señor que Tú diste la vida por mí. Te pido que me ayudes a dar la mía por Ti. Ayúdame a ser coherente con tu palabra y a no temer nunca confesar mi fe frente a los demás. Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Salve, Reina de los Cielos 
y Señora de los ángeles; 
salve raíz, salve puerta, 
que dio paso a nuestra luz.
 
Alégrate, Virgen gloriosa, 
entre todas la más bella; 
salve, agraciada doncella, 
ruega a Cristo por nosotros.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.