Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 17 – Viernes
30 de julio de 2021
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido que me acompañes particularmente en este momento de oración. Ayúdame a elegir la mejor parte y gozar del encuentro y comunión que me regalas. Que esta oración me permita hacer un alto en el camino para escuchar tu palabra y ponerla por obra.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Tú lo sabes todo, Señor, y sabes que muchas veces me alejo de tu Plan de Amor. Sé, sin embargo, que Tú constantemente me invitas a acercarme de nuevo a tu amor, a tu presencia. Ayúdame, Señor mío, a vivir siempre Contigo y a cumplir aquello que me propones para mi felicidad y santidad.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“María eligió la mejor parte, que no le será quitada”. Lc 10,38-42
Mientras iban caminando, Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Tenía una hermana llamada María, que sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude». Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas, y sin embargo, pocas cosas, o más bien, una sola es necesaria, María eligió la mejor parte, que no le será quitada».
Lectura espiritual breve
Reflexiona con estas palabras:
Hoy recordamos a Santa Marta. Y quizá lo que más recordamos de ella es que era amiga de Jesús. Lo recibía en su casa siempre y no sólo eso, sino que lo atendía y le servía, lo recibía con caridad. Vemos cuánto amor, cuánta devoción le tenía al Señor. Y al parecer era tanta la cercanía y confianza que sentía con Él, que incluso se atreve a reclamarle y en más de una ocasión.
Primero cuando le dice a Jesús que su hermana no la ayuda en el servicio, que le diga que se ponga a ayudar. Y luego, más adelante, cuando muere su hermano Lázaro, se acerca donde Jesús y pareciera que le lanza un reproche: “si hubieras llegado antes, esto no hubiera pasado, mi hermano no hubiera muerto”. Y es que sólo cuando somos amigos tenemos la confianza de acercarnos así al Señor, incluso de reclamarle. Por eso podemos decir que Marta no era sólo una mujer de acción, como usualmente se le atribuye, sino también una mujer de oración, que tenía confianza con el Señor.
Hoy que celebramos su día, es un ejemplo para nosotros. Porque el amor se hace concreto en el servicio. Y ella amó sirviendo, acogiendo a Jesús en su casa. Nosotros también estamos llamados a ser santos acogiendo al Señor y viviendo el servicio con los demás. Porque a Jesús también lo podemos hospedar en nuestra casa. Cada vez que acogemos a nuestros hermanos más necesitados, cada vez que acogemos y tratamos con caridad a nuestro prójimo, es al mismo Jesús a quien recibimos. Sirvamos a nuestros hermanos con amor y así como Santa Marta seamos hombres y mujeres de oración y de profunda caridad con los demás.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
- ¿Vivo el servicio y la oración de manera concreta en mi vida?
- ¿Qué puedo aprender del ejemplo que nos da Santa Marta?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor por este momento de oración y de encuentro contigo. Ayúdame a vivir permanentemente en tu presencia. Ayúdame a entender que con mi acción te doy gloria, pero que necesito cuidar aquellos espacios privilegiados de encuentro contigo para poder nutrirme y anunciarte verdaderamente. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Madre del Amor Misericordioso, bien sabes que tu Hijo, desde lo alto de la Cruz, señaló el camino de la piadosa filiación como aquel que deberíamos recorrer. Te imploro me obtengas la gracia de acercarme a tu Inmaculado Corazón, desde mi propio corazón, para aprender a amarte y a honrarte con el amor que el Señor Jesús te tiene. Cuida que este hijo tuyo ingrese así en el proceso de amorización y vea algún día cumplida la gran esperanza de verse conformado con el Salvador. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.