Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 33 – Miércoles
18 de noviembre de 2020
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Gracias Señor por este nuevo momento de oración para estar Contigo. Te pido que me ayudes a disponer mi interior para escuchar tus palabras con reverencia, y así pueda dejar que ellas se hagan vida en mí.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Señor por todos mis faltas, pecados y omisiones. Sé que tu eres Bueno y Misericordioso. Por eso, te pido que me ayudes Señor a no volver a faltar más contra Ti, y siga tus palabras con coherencia y fidelidad.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene” (Lc 19,11-28).
Como la gente seguía escuchando, añadió una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro. El les dijo: “Un hombre de familia noble fue a un país lejano para recibir la investidura real y regresar en seguida. Llamó a diez de sus servidores y les entregó cien monedas de plata a cada uno, diciéndoles: ‘Háganlas producir hasta que yo vuelva’. Pero sus conciudadanos lo odiaban y enviaron detrás de él una embajada encargada de decir: ‘No queremos que este sea nuestro rey’. Al regresar, investido de la dignidad real, hizo llamar a los servidores a quienes había dado el dinero, para saber lo que había ganado cada uno. El primero se presentó y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido diez veces más’. ‘Está bien, buen servidor, le respondió, ya que has sido fiel en tan poca cosa, recibe el gobierno de diez ciudades’. Llegó el segundo y le dijo: ‘Señor, tus cien monedas de plata han producido cinco veces más’. A él también le dijo: ‘Tú estarás al frente de cinco ciudades’. Llegó el otro y le dijo: ‘Señor, aquí tienes tus cien monedas de plata, que guardé envueltas en un pañuelo. Porque tuve miedo de ti, que eres un hombre exigente, que quieres percibir lo que no has depositado y cosechar lo que no has sembrado’. El le respondió: ‘Yo te juzgo por tus propias palabras, mal servidor. Si sabías que soy un hombre exigentes, que quiero percibir lo que no deposité y cosechar lo que no sembré, ¿por qué no entregaste mi dinero en préstamo? A mi regreso yo lo hubiera recuperado con intereses’. Y dijo a los que estaban allí: ‘Quítenle las cien monedas y dénselas al que tiene diez veces más’. ‘¡Pero, señor, le respondieron, ya tiene mil!’. Les aseguro que al que tiene, se le dará; pero al que no tiene, se le quitará aún lo que tiene. En cuanto a mis enemigos, que no me han querido por rey, tráiganlos aquí y mátenlos en mi presencia”. Después de haber dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo a Jerusalén.
Lectura espiritual breve
Lee este breve texto del que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Hoy el Señor cuenta esta parábola y nos recuerda cómo tenemos que vivir nuestra vida, mientras el rey viene. El señor deja una orden a sus criados: negociad mientras vuelvo. Lo importante no es saber cuándo o cómo vendrá. Eso era lo que preocupaba a muchos que seguían a Jesús. Lo realmente importante es estar preparados, por tanto, ¿qué hay que hacer mientras que el rey tarda en llegar? Hay que saber negociar, ser astutos, hábiles, porque Dios quiere que demos frutos, no quiere que nos quedemos estancados con todos los dones que nos ha regalado, con la misión inmensa que nos ha confiado.
Y como bien sabemos, para poder negociar, hay que estar dispuestos a renunciar a algunas cosas. Y renunciamos porque en el fondo queremos ganar. El que negocia busca la máxima ganancia, pero esto no se puede lograr si no estamos dispuestos a privarnos de algunas cosas, a hacer sacrificios, a pagar el precio que sea necesario. Seamos buenos “negociadores” de nuestra santidad.
En esta parábola el Señor les reparte a todos por igual, cien monedas. Pero hay otra parábola parecida, la de los talentos, y en ella les da a sus siervos distintas cantidades. Lo que no podemos negar es que hay una moneda, hay un talento que todos hemos recibido. Es nuestra capacidad de amar. Es el talento más importante que hay y todos lo tenemos. Hagamos un buen negocio con ese talento. No lo escondamos, porque si lo guardamos en nuestro pañuelo, lo perdemos. Compartámoslo, porque cuanto más lo damos, más crece. De eso el Señor nos pedirá cuentas: ¿cuánto has amado?
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Cuánto estás dispuesto a invertir de tu vida para ser santo? ¿Quieres invertirlo todo? ¿O sólo quieres dar una parte?
2.- ¿Cómo puedes ser más generoso con el Señor?
3.- ¿Cuánto estás amando con el amor de Dios?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento de oración. Tú Señor has sido bueno y generoso conmigo. Me has dado el don de la vida y tantas otras cosas. ¿Cómo responder a tan grande amor? Ayúdame Buen Señor, a ser un administrador diligente y generoso con todo lo que me has dado, y así puedan dar abundantes frutos para tu Reino. Amén
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.