Mi vida en Xto

Oración del martes: “Tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad”.

Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 04 – Martes
04 de febrero de 2020

Hemorroisa

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Oh Dios, Uno y Trino, Dios de Amor y Misericordia, puesto en tu presencia, te pido tu gracia para que ilumine mi mente, encienda mi corazón e impulse mi voluntad para servirte y adorarte en todos los momentos de mi vida.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Señor Dios de clemencia, te pido perdón por mis faltas, mis omisiones, mis dudas y temores que me llevaron a desconfiar de ti y confiar más en mis propias fuerzas. Me acojo a tu bondad para que me purifiques y me ayudes a ser un digno hijo tuyo.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“Tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad” – Mc 5,21-43

Cuando Jesús regresó en la barca a la otra orilla, una gran multitud se reunió a su alrededor, y él se quedó junto al mar.  Entonces llegó uno de los jefes de la sinagoga, llamado Jairo, y al verlo, se arrojó a sus pies,  rogándole con insistencia: “Mi hijita se está muriendo; ven a imponerle las manos, para que se cure y viva”.
Jesús fue con él y lo seguía una gran multitud que lo apretaba por todos lados.  Se encontraba allí una mujer que desde hacía doce años padecía de hemorragias.  Había sufrido mucho en manos de numerosos médicos y gastado todos sus bienes sin resultado; al contrario, cada vez estaba peor.
Como había oído hablar de Jesús, se le acercó por detrás, entre la multitud, y tocó su manto, porque pensaba: “Con sólo tocar su manto quedaré curada”.  Inmediatamente cesó la hemorragia, y ella sintió en su cuerpo que estaba curada de su mal.  Jesús se dio cuenta en seguida de la fuerza que había salido de él, se dio vuelta y, dirigiéndose a la multitud, preguntó: “¿Quién tocó mi manto?”.  Sus discípulos le dijeron: “¿Ves que la gente te aprieta por todas partes y preguntas quién te ha tocado?”.
Pero él seguía mirando a su alrededor, para ver quién había sido.
Entonces la mujer, muy asustada y temblando, porque sabía bien lo que le había ocurrido, fue a arrojarse a sus pies y le confesó toda la verdad.
Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado. Vete en paz, y queda curada de tu enfermedad”.  Todavía estaba hablando, cuando llegaron unas personas de la casa del jefe de la sinagoga y le dijeron: “Tu hija ya murió; ¿para qué vas a seguir molestando al Maestro?”.  Pero Jesús, sin tener en cuenta esas palabras, dijo al jefe de la sinagoga: “No temas, basta que creas”.
Y sin permitir que nadie lo acompañara, excepto Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago,  fue a casa del jefe de la sinagoga. Allí vio un gran alboroto, y gente que lloraba y gritaba.  Al entrar, les dijo: “¿Por qué se alborotan y lloran? La niña no está muerta, sino que duerme”.
Y se burlaban de él. Pero Jesús hizo salir a todos, y tomando consigo al padre y a la madre de la niña, y a los que venían con él, entró donde ella estaba.  La tomó de la mano y le dijo: “Talitá kum”, que significa: “¡Niña, yo te lo ordeno, levántate”.  En seguida la niña, que ya tenía doce años, se levantó y comenzó a caminar. Ellos, entonces, se llenaron de asombro,
y él les mandó insistentemente que nadie se enterara de lo sucedido. Después dijo que le dieran de comer.

Lectura espiritual breve

Lee lo que nos enseña San Jerónimo:

¿Quién me ha tocado? pregunta, mirando en derredor, para descubrir a la que lo había hecho. ¿No sabía el Señor quién lo había tocado? Entonces, ¿por qué preguntaba por ella? Lo hacía como quien lo sabe, pero quiere ponerlo de manifiesto para que aquella mujer confiese y Dios sea glorificado.
Y se postró ante él y le dijo toda la verdad Observad los pasos, ved el progreso. Mientras padecía flujo de sangre, no había podido venir ante él: fue sanada y vino ante él. Y se postró a sus pies. Todavía no osaba mirarle a la cara apenas ha sido curada, le basta con tener sus pies. “Y le dijo toda la verdad”. Cristo es la verdad. Y como había sido curada por la verdad, confesó la verdad.
Y él le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado” La que así había creído digna es de ser llamada hija. La multitud, que lo apretuja, no puede ser llamada hija, mas esta mujer, que cae a sus pies y confiesa, merece recibir el nombre de hija. “Tu fe te ha salvado”. Observad la humildad: es él mismo el que sana y lo refiere a la fe de ella. “Tu fe te ha salvado”.
No permitió que nadie le siguiera más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago’. Alguien podría preguntar, diciendo: ¿por qué son siempre elegidos estos tres, y los demás son dejados aparte? Pues también cuando se transfiguró en el monte, tomó consigo a estos tres. Así, pues, son tres los elegidos: Pedro, Santiago y Juan. En primer lugar, en este número se esconde el misterio de la Trinidad, por lo que este número es santo de por sí. Pues también Jacob, según el Antiguo Testamento, puso tres varas en los abrevaderos”. Y está escrito en otro lugar: “El esparto triple no se rompe”, Por tanto, es elegido Pedro, sobre el que ha sido fundada la Iglesia, Santiago, el primero entre los apóstoles que fue coronado con el martirio, y Juan, que es el comienzo de la virginidad.
Y entra donde estaba la niña. En primer lugar tomó su mano, sanó sus obras y de este modo la resucitó. Entonces se cumplió verdaderamente esto: “Cuando haya entrado la plenitud de las naciones, entonces todo Israel será salvo”. Dice, pues, Jesús: Talitha kumi, que significa: Niña, levántate para mí. Si hubiera dicho: “Talitha kum”, significaría: “Niña, levántate”, pero como dijo “Talitha kumi”, esto significa, tanto en lengua siria como en lengua hebrea: “Niña, levántate para mí”. “Kumi” significa: “Levántate para mí”. Observad, pues, el misterio de la misma lengua hebrea y siria. Es como si dijese: niña, que debías ser madre, por tu infidelidad continúas siendo niña. Lo que podemos expresar de este otro modo: porque vas a renacer, serás llamada niña. “Niña, levántate para mí”, o sea, no por tu propio merito, sino por mi gracia. Levántate, por tanto, para mí, porque serás curada por tus virtudes.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2. ¿Cómo ilumina mi vida?

3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

Acción de gracias y peticiones personales

Te agradezco Señor Dios Padre por mostrarme tu ternura, tus atenciones y delicadezas para conmigo. Te agradezco, Señor Jesús, Hijo del Padre, por tenderme la mano para sostenerme en mis luchas. Te agradezco Santo Espíritu, porque me das la fortaleza para seguir por el camino del amor.  Amén

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.