Año B – Tiempo Ordinario – Semana 16 – Martes
22 de julio de 2021
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, reconozco tu presencia en mi vida y te pido me acompañes particularmente en este momento de oración. Dame la luz de tu Espíritu para aprender a discernir tu Plan. Que aprenda, Señor, a ser de tu “familia”, cumpliendo en todo momento el designio del Padre que está en los cielos.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Tú lo sabes todo, Señor, y sabes que muchas veces me alejo de tu Plan de Amor viviendo en una tierra extraña. Tú conoces mi pecado y mi fragilidad. Pero también sabes que mi corazón anhela entregarse a Ti, a pesar de mis pequeñeces. Te pido perdón por todas mis faltas y pecados y te ruego, Buen Señor, que me acerques cada vez más a tu corazón.
Lectura Bíblica
«Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes» Jn 20,1.11-18
El primer día de la semana, de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que la piedra había sido sacada. María se había quedado afuera, llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba, se asomó al sepulcro y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los pies del lugar donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» María respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto». Al decir esto se dio vuelta y vio a Jesús, que estaba allí, pero no lo reconoció. Jesús le preguntó: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el cuidador de la huerta, le respondió: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo iré a buscarlo». Jesús le dijo: «¡María!» Ella lo reconoció y le dijo en hebreo: «¡Raboní!», es decir «¡Maestro!» Jesús le dijo: «No me retengas, porque todavía no he subido al Padre. Ve a decir a mis hermanos: “Subo a mi Padre, el Padre de ustedes; a mi Dios, el Dios de ustedes”». María Magdalena fue a anunciar a los discípulos que había visto al Señor y que él le había dicho esas palabras.
Lectura espiritual breve
Reflexiona con las siguientes palabras del Padre Juan José Paniagua:
María Magdalena es un personaje que aparece en muchos momentos de los Evangelios. La tradición cristiana la recuerda por haber sido una mujer muy pecadora, siguiendo sobre todo el texto del Evangelio de Lucas que narra que Jesús echó de ella 7 demonios. Sin embargo, fuera de esa referencia, todas sus otras apariciones están teñidas de un profundo amor al buen Jesús. Ella fue una fiel discípula, estuvo con el Señor en las buenas y en las malas, tanto así que incluso fue de los pocos fieles que acompañó al Señor en la Cruz y hoy el Evangelio nos muestra que fue a embalsamar el cuerpo de Jesús. Más allá de su vida pasada de pecado, lo que más resalta en ella es su amor al Señor. Y así ella se convierte en un signo vivo de esperanza para todos los que somos pecadores y anhelamos ser santos, nos muestra claramente cómo el amor triunfa sobre el pecado, cómo el Señor lo perdona todo y con su perdón nos hace personas nuevas, nos hace mejores que antes y nos invita a una vida plena, llena de amor.
Por eso Jesús se manifiesta con particular ternura en este pasaje y se muestra como lo que es, el Buen Pastor, que llama a sus ovejas por su nombre: “María”, le dice. Y ellas reconocen su voz: “Rabbuní”, responde María. Ella sale en búsqueda amorosa de Jesús, incluso creyendo que estaba muerto para honrar su santo cuerpo. Y Jesús se le manifiesta vivo, resucitado, el Buen Pastor que nunca va a dejar de pastorear a sus ovejas porque ha resucitado, porque está vivo entre nosotros y nos ama.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. A lo largo de tu día ¿tú también tienes gestos de amor, de piedad, de devoción a Jesús que expresen el amor que le tienes?
2. ¿Te acercas con esperanza a Jesús cada vez que te equivocas? ¿Aunque hayan sido muchas veces, le crees a Jesús y confías en su misericordia?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor por este momento de oración y de encuentro contigo. Ayúdame a tener confianza en ti y en tu amor. A vivir con la alegría de la certeza de que siempre cumples tus promesas. Enséñame Señor a acoger la gracia de tu Resurrección y anunciar esta inmensa alegría a todos mis hermanos. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.