Mi vida en Xto

Oración del martes: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto?”

Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 34 – Martes
24 de noviembre de 2020

Jesus apostoles

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Jesús, creo profundamente en Ti y sé que eres la luz que ilumina mi existir. Te pido al iniciar esta oración, que acompañes siempre mis pasos, para que caminando seguro a tu lado, sepa escoger siempre el camino que lleva a la vida verdadera.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Soy consciente también Buen Jesús de mis pecados y faltas de amor. A veces escojo mal y tomo el rumbo de la oscuridad del pecado. Te pido perdón de corazón porque confío en tu amor misericordioso, sé que siempre estás dispuesto al perdón y a ayudarme a levantarme cada vez que caigo.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto?” (Lc 21, 5-11).

Y como algunos, hablando del Templo, decían que estaba adornado con hermosas piedras y ofrendas votivas, Jesús dijo: “De todo lo que ustedes contemplan, un día no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido”. Ellos le preguntaron: “Maestro, ¿cuándo tendrá lugar esto, y cuál será la señal de que va a suceder?”. Jesús respondió: “Tengan cuidado, no se dejen engañar, porque muchos se presentarán en mi Nombre, diciendo: ‘Soy yo’, y también: ‘El tiempo está cerca’. No los sigan. Cuando oigan hablar de guerras y revoluciones no se alarmen; es necesario que esto ocurra antes, pero no llegará tan pronto el fin”. Después les dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos; peste y hambre en muchas partes; se verán también fenómenos aterradores y grandes señales en el cielo.

Lectura espiritual breve

Lee este breve texto del que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:

Hoy Jesús nos habla del fin de los tiempos. Un día la creación de Dios va a llegar a su fin en el sentido que va a llegar a su meta, a su plenitud, a su destino final. Por lo tanto no es algo a lo que debamos tenerle miedo.  Es el momento de la plenitud, no de la destrucción. En la plenitud, lo único que va a desaparecer es el mal. Por tanto no hay que aproximarse a este evento como el mundo lo hace, con miedo, sino hay que hacerlo con esperanza. Será el día de la segunda venida de Cristo. ¿No queremos acaso que Cristo ya esté acá entre nosotros? Por eso decimos, ven Señor Jesús, ven pronto, no tardes más.

Los tiempos finales ya comenzaron con la primera venida de Cristo al mundo. Por eso vemos cómo se vienen cumpliendo todos los signos que menciona el Evangelio de hoy: guerras, epidemias, hambre, terremotos, persecuciones. Lo que no sabemos es cuánto van a durar estos tiempos finales. Por eso hay que vivir alerta, no con miedo, sino con esperanza. Jesús va a venir por segunda vez y nos ha dicho hoy en el Evangelio, que mientras que llega, demos en este mundo testimonio de Él, seamos sus apóstoles. Y viviendo así, colaboramos con Dios a que un día la creación llegue a su plenitud y Cristo será todo en todos. ¿Puede haber mayor dicha para el cristiano? ¡Señor, ven pronto ya, no tardes más!

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Espero con confianza la venida de Jesús?

2. ¿De qué forma viene Jesús a mi vida cada día? ¿Cómo lo recibo?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Señor porque me has concedido este momento de oración, de encuentro contigo. Ayúdame a ser como una antorcha ardiente que lleve luz a todos los andan extraviados sin encontrar aún que Tú eres el camino a la felicidad. Quiero que seas el centro de mi vida, ayúdame a vivir siempre a tu lado.  Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Termina rezándole a María:

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.