Mi vida en Xto

Oración del martes: “Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera”

Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 21 – Martes
25 de agosto de 2020

luz de Cristo

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, Dios mío, puesto en tu presencia te agradezco por todas las bendiciones que me das. Acompáñame en este momento de oración y en este día con la luz de tu Espíritu para vivir según tu Evangelio. Ayúdame, Señor, a ser santo y alcanzar la salvación que tienes prometida para quienes viven según tus mandatos.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Puesto en tu presencia tomo conciencia de las muchas veces que me aparto de ti. Cuántas veces, Señor, me aferro a cosas materiales o limitadas, dejándote de lado. Cuántas veces vivo de modo egoísta, busco solo mi propio bien y me olvido de aquellos que están al último. Te pido, Señor, perdón, e invoco tu ayuda para ser cada vez más humilde y ser como Tú, que viniste a servir y no a ser servido.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día:

“Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera” Mt 23,23-26

¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley; la justicia, la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello! ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que limpian por fuera la copa y el plato, mientras que por dentro están llenos de codicia y desenfreno! ¡Fariseo ciego! Limpia primero la copa por dentro, y así también quedará limpia por fuera.

Lectura espiritual breve

Lee este breve texto del que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:

Los fariseos tienen un comportamiento exterior impecable. Aparentemente cumplen con todo lo mandado por la Ley y son “ejemplo” para los demás. Es más, son meticulosos al extremo en cumplir lo mandado por los preceptos de la ley hasta en sus mínimos detalles. Sin embargo, la mirada de Jesús va más allá. Con sus palabras, les hace ver que en el interior les falta lo esencial del espíritu de la ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad. En el fondo, Jesucristo devela que estas actitudes entrañan un afán de poder y dominio. Quien cae en esas actitudes, como los escribas y fariseos,  fácilmente puede terminar utilizando la religión para sentirse importante en la comunidad, para dominar a otras personas, para pretender controlar incluso al mismo Dios.
La hipocresía es un peligro latente en toda experiencia religiosa. Por ello, el Evangelio nos invita a vivir la autenticidad en nuestra relación con Dios y a buscar la coherencia entre una relación personal con Dios, cultivada en lo profundo del corazón, y las obras que la ponen de manifiesto, especialmente en el amor al prójimo.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Te agradezco, Señor, por este momento de oración, y por tu presencia en mi vida. Quiero vivir completamente entregado a Ti, y te pido la fuerza de tu gracia para que así sea. Ayúdame a vivir en humildad y en servicio a los demás, siguiendo tus mandamientos. Que nunca juzgue a mis hermanos y acepte con valentía mis pecados y errores, para acoger tu perdón y ser santo según tu Plan de amor. Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.

Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.

¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.