Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 24 – Martes
15 de septiembre de 2020
Fiesta de Nuestra Señora de los Dolores
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, te pido que estés presente en este momento de oración. Que la gracia de tu Espíritu Santo me acompañe a lo largo de este momento de meditación y encuentro.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Buen Jesús, Tú que has venido a traer el perdón a los pecadores, que viniste para estar con los enfermos y los necesitados, acoge en tu perdón a este hermano tuyo. Me presento ante ti frágil y pecador, necesitado de tu abrazo de amor, con la plena conciencia que no soy perfecto, que he caído, que he faltado en obra y omisión, pero confiado en tu misericordia de todo corazón te pido perdón.
Lectura bíblica según el Evangelio del día: Jn 19,25-27
Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a la madre y cerca de ella al discípulo a quien Él amaba, Jesús le dijo: «Mujer, aquí tienes a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Aquí tienes a tu madre». Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.
Lectura espiritual breve
Lee este breve texto del que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Ayer hemos celebrado la Exaltación de la Santa Cruz, que generó tanto dolor y sufrimiento al Señor. Y hoy recordamos a nuestra Madre a los pies de la Cruz. ¡Cómo debe haber vivido María esa experiencia tan dura! Sabemos que su unión con Jesús siempre fue muy profunda. Sabemos que antes de llevar a su Hijo en el vientre, ya lo llevaba en el corazón, por la fe y el amor profundo que le tenía a Dios. Y durante su vida pública lo acompañó en diversos momentos. Y hoy la vemos en la Cruz. Qué profunda debe haber sido su unión también en este momento. Por eso dicen algunos autores que María no sólo estaba junto a la Cruz, sino que estaba en la misma Cruz, crucificada junto con su Hijo. Nos dirá San Buenaventura: “María sufrió en el corazón los mismos ultrajes que Jesús sufrió en la carne”. “El corazón de María vino a ser como un espejo de los dolores de Cristo”, nos dirá San Lorenzo Justiniano.
Esto nos recuerda cómo estamos llamados a cargar nuestras cruces, como María, unidos a Jesús. Firmes como la Madre, que estaba de pie junto a la Cruz. No se quejaba, no estaba en el piso desconsolada. Estaba de pie, lo cual refleja su actitud frente al sufrimiento. No escapa del dolor, no fuga, sino que está ahí haciéndole frente, mirándolo cara a cara, porque es una mujer que tiene esperanza. Que nosotros también, junto a Cristo y con el corazón lleno de esperanza, podamos cargar nuestras cruces de cada día.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Cargas tu cruz con esperanza? ¿O a veces le huyes?
2. ¿Ofreces tus momentos difíciles para unirte más a Jesús? ¿O reniegas y te quejas?
Acción de gracias y peticiones personales
Te doy gracias Señor por este momento de oración, por la oportunidad que me das de detenerme un instante para aprender de Ti, para conocerte más, para mejorar nuestra amistad. Te pido que me ayudes a ser misericordioso así como Tú eres conmigo. Ayúdame Buen Señor a no juzgar a mi prójimo, sino a hacer siempre lo posible para llevarlo cada vez más cerca de tu corazón. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pide la intercesión de María rezando esta oración:
Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.