Ciclo C – Cuaresma – Semana 05 – Lunes
08 de abril de 2019
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, reconozco tu amor por mí. Sé que me cuidas y acompañas siempre, y por eso quiero pedirte, al comenzar esta oración, que me ayudes a abrir mi mente y corazón a la escucha de tu palabra, para que así pueda día a día seguir creciendo en la fe y en el amor a Ti y a mis hermanos.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Señor, con inmensa confianza me pongo ante Ti, reconociéndome necesitado de tu perdón, de tu misericordia. Renuévame Señor las fuerzas en mi combate contra el pecado, y lléname de amor y de esperanza en el camino hacia la santidad, muy en especial en este tiempo en que me preparo para celebrar tu Pasión, Muerte y Resurrección.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más” (San Juan 8,1-11).
Mas Jesús se fue al monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles. Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?». Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: «Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. Incorporándose Jesús le dijo: «Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado?». Ella respondió: «Nadie, Señor». Jesús le dijo: «Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».
Lectura espiritual breve
Profundicemos ayudados por el Papa Emérito Benedicto XVI:
El evangelista san Juan pone de relieve un detalle: mientras los acusadores lo interrogan con insistencia, Jesús se inclina y se pone a escribir con el dedo en el suelo. San Agustín observa que el gesto muestra a Cristo como el legislador divino: en efecto, Dios escribió la ley con su dedo en las tablas de piedra. Jesús, por tanto, es el Legislador, es la Justicia en persona. Y ¿cuál es su sentencia? «Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra». Estas palabras están llenas de la fuerza de la verdad, que desarma, que derriba el muro de la hipocresía y abre las conciencias a una justicia mayor, la del amor, en la que consiste el cumplimiento pleno de todo precepto (ver Rom 13,8-10).… «Tampoco yo te condeno; vete y en adelante no peques más». Es la misma gracia que hará decir al Apóstol: «Una cosa hago: olvido lo que dejé detrás y me lanzo a lo que está por delante, corriendo hacia la meta, para alcanzar el premio al que Dios me llama desde lo alto en Cristo Jesús» (Flp 3,13-14). Dios sólo desea para nosotros el bien y la vida; se ocupa de la salud de nuestra alma por medio de sus ministros, liberándonos del mal con el sacramento de la Reconciliación, a fin de que nadie se pierda, sino que todos puedan convertirse.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Muchas gracias Jesús por este momento de encuentro contigo. Gracias por mostrarme que Tú eres la Luz que ilumina mi vida y mi caminar, y que me abres siempre la puerta del perdón y la reconciliación. Te pido que yo jamás me aleje de Ti, para que viviendo según tu palabra, pueda avanzar por una senda de cada vez mayor conversión. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti
y en prueba de mi afecto,
con amor filial te consagro en este día
todo lo que soy,
todo lo que tengo.Guarda y protege,
y también defiende a este hijo tuyo,
que así sea. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.