Mi vida en Xto

Oración del lunes: “No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”

Año C – Pascua – Octava de Pascua – Lunes
22 de abril de 2019

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+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor Dios Padre de Amor y Misericordia, te imploro la gracia de tu Santo Espíritu para que me permita estar en tu presencia y pueda entrar en un diálogo de amor y comunión con tu Amado Hijo, Jesucristo.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Te imploro Señor Dios que me perdones por todos mis pecados y omisiones. Dame la gracia de poder confiar siempre en tu clemencia y no permitas que jamás me aleje de ti.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán” San Mateo 28,8-15

«Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y fueron a dar la noticia a los discípulos. 
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo:
“Alégrense”. Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él. 
Y Jesús les dijo:
“No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán”. 
Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido. 
Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero, 
con esta consigna:
“Digan así: ‘Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos’. 
Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo”. 
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.»

Lectura espiritual breve

Profundicemos ayudados por el Padre Sebastián Correa:

Luego de la pasión y muerte de Cristo, tanto los apóstoles como las mujeres que seguían a Jesús, experimentaron el temor humano ante el mal y la violencia. Pero Cristo con su Resurrección venció el pecado y la muerte; en Cristo el sufrimiento humano adquirió una nueva dimensión. Por eso el ángel le dice a las mujeres “alégrense” y luego les dice que “no teman”. En estas palabras está resumida la actitud que debemos vivir los cristianos. Es la actitud pascual de saber que la muerte no tuvo la última palabra y que en Cristo tenemos la esperanza de la Resurrección. Es por eso que debemos vivir en medio de nuestro mundo con la alegría pascual de sabernos salvados por el amor misericordioso de Dios. Ciertamente el pecado y el sufrimiento seguirán existiendo en nuestra vida cotidiana, pero también sabemos que estos no tendrán la última palabra, pues Cristo ya los venció con su Resurrección. Es tiempo de dejar la tristeza y el abatimiento, es tiempo de ver que la victoria de Cristo va más allá de nuestras miserias y problemas, es tiempo de anunciar al mundo —y a nuestro propio corazón— que la alegría son posibles en este mundo porque Jesús, el Hijo de Dios, nos trajo la reconciliación.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Cuál es mi actitud vital ante el sufrimiento y el mal?

2.- ¿Cómo puedo vivir la actitud pascual en mi vida cotidiana?

3.- ¿Es la alegría un “signo característico” en mi vida?

Acción de gracias y peticiones personales

Jesús, que la celebración de tu resurrección me renueve en el amor. Que me lleve a un estilo de vida comprometido y responsable en la vivencia de mi fe. Que con perseverancia y astucia busque los medios para que seas conocido y amado por los demás, empezando por mi propia familia, que tanto necesita de mi testimonio y amor.  Amén

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Santa María,
Madre del Señor Jesús y nuestra,
obténnos la presencia vivificante
del Espíritu,
y la gracia de andar siempre
por los caminos de Dios.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.