Ciclo A – Tiempo Ordinario – Semana 26 – Viernes
29 de septiembre de 2020
Fiesta de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Me pongo en tu presencia Señor para escuchar tu palabra y ponerla por obra. Te pido que la meditación del llamado a personal a seguirte me ayude a valorar el don de la fe y a poner más medios para convertirme.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Perdóname Señor por tantas incoherencias. Perdóname por ser sordo al llamado que me haces a seguirte con radicalidad. ¡Ten misericordia Señor!
Lectura Bíblica
“Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel” Jn 1,47-51
Al ver llegar a Natanael, Jesús dijo: «Este es un verdadero israelita, un hombre sin doblez». «¿De dónde me conoces?», le preguntó Natanael. Jesús le respondió: «Yo te vi antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera». Natanael le respondió: «Maestro, Tú eres el hijo de Dios, Tú eres el Rey de Israel». Jesús continuó: «Porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”, crees. Verás cosas más grandes todavía». Y agregó: «Les aseguro que verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre».
Lectura espiritual breve
Meditemos en los que dice el Papa Benedicto XVI:
Los discípulos reconocen que Jesús no tiene cabida en ninguna de las categorías habituales, que El era mucho más que “uno de los profetas”, alguien diferente. Que era más que uno de los profetas lo reconocieron a partir del Sermón de la Montaña y a la vista de sus acciones portentosas, de su potestad para perdonar los pecados, de la autoridad de su mensaje y de su modo de tratar las tradiciones de la Ley.
Era ese “profeta” que, al igual que Moisés, hablaba con Dios como con un amigo, cara a cara; era el Mesías, pero no en el sentido de un simple encargado de Dios. En Él se cumplían las grandes palabras mesiánicas de un modo sorprendente e inesperado: “Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy”. En los momentos significativos, los discípulos percibían atónitos: “Éste es Dios mismo”. Pero no conseguían articular todos los aspectos en una respuesta perfecta»
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento fuerte de oración en el que renuevo mi amor y mi vocación como cristiano. Gracias Señor por llamarme por mi propio nombre. Gracias Señor por cuidar de mí. Señor, «Tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero». Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.