Año C – Tiempo de Adviento – Semana 04 – Lunes
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, así como Juan el Bautista reconoció tu presencia desde el seno de su madre, te pido yo también que pueda reconocer tus palabras en esta oración, y dejar que tu venida transforme mi vida.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Señor por mis pecados. Ayúdame a confiar en tu amor misericordioso que siempre perdona a quien en verdad se arrepiente, y así pueda renovarme en la lucha por alcanzar la santidad.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
«Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno» (Lc 1,39-45)
En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas esta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isabel, llena del Espíritu Santo, exclamó: «¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor».
Lectura espiritual breve
Lee con atención la siguiente reflexión del Padre Sebastián Correa:
El testimonio de la Madre de Dios al servir a su prima, a pesar de también estar Ella embarazada, nos enseña cómo siempre tenemos que estar dispuestos a servir con prontitud a todo aquel que nos necesite.
Isabel también nos da un testimonio que debe inspirarnos. Ella vive en su interior algo que muchos cristianos viven: la experiencia de sentirse indignos ante el amor del Señor. Pero la Virgen María le transmite con su presencia, y con la de su Hijo en el vientre, que el amor de Dios es mucho más grande que nuestra indignidad. Dios no se hizo hombre porque lo mereciéramos, sino porque su amor misericordioso es tan inmenso que quiso hacerse uno de nosotros para traernos la reconciliación. A veces nos sentimos pecadores o “poca cosa” para acercarnos a la Iglesia o a Cristo mismo. Pero las palabras de Isabel nos enseñan que es precisamente en esos momentos donde Jesús más quiere estar a nuestro lado.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Me atrevo a dar testimonio del Señor en ambientes adversos?
2.- ¿Hago esfuerzos por formarme en la fe?
3.- ¿Qué puedo hacer para ser más coherente con lo que me está enseñando el Señor?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor Jesús por estar conmigo en esta oración. Ayúdame Buen Señor para que, siguiendo el ejemplo de tu Madre, pueda acogerte yo en mi interior y salga también a testimoniarte a todos cuantos te necesitan.
Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pide la intercesión de María rezando esta oración:
Hay tanto que hacer
y cada quien
tiene su propia tarea
en la gesta
de nuestro tiempo.
Madre Santísima,
intercede para que
yo reciba la fuerza
y el aliciente
para cooperar con la gran tarea
de cambiar este mundo nuestro
poniendo mi grano de arena,
que bien podría
hacer la diferencia. Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.