Mi vida en Xto

Oración del jueves: “¿Quién es éste del que oigo decir semejantes cosas?”

Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 26 – Jueves
26 de setiembre de 2019

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, hoy nuevamente me pongo en tu presencia, porque deseo dialogar contigo. Tengo un gran anhelo de de estar  Contigo. Sé que la amistad hay que construirla día a día. Por eso, te pido que me ayudes a buscarte siempre y que mi corazón no se deje llevar por las distracciones del mundo y seas Tú siempre el centro de mi vida.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Quiero decirte también Jesús, que junto con el amor que te tengo, descubro en mi interior una contradicción porque mis obras muchas veces me alejan de Ti. Sé que la razón son mis opciones libres de escoger el pecado. Ayúdame a escoger bien, que el amor triunfe sobre el egoísmo, y que confiando cada día más en tu infinita misericordia viva con cada vez mayor firmeza mi vida cristiana.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“¿Quién es este del que oigo decir semejantes cosas?” Lucas 9,7-9

El tetrarca Herodes se enteró de todo lo que pasaba, y estaba muy desconcertado porque algunos decían: “Es Juan, que ha resucitado”. Otros decían: “Es Elías, que se ha aparecido”, y otros: “Es uno de los antiguos profetas que ha resucitado”. Pero Herodes decía: “A Juan lo hice decapitar. Entonces, ¿quién es este del que oigo decir semejantes cosas?”. Y trataba de verlo.

Lectura espiritual breve

Lee que nos dice San Isaac de Siria:

¿Cómo pueden los seres creados contemplar a Dios? Cuando la gloria de Dios aparece en la tierra, en el monte Sinaí (Ex 20) la montaña echa humo y tiembla ante la inminente revelación. Los hijos de Israel se habían preparado: se habían purificado durante tres días según la orden de Moisés, para ser dignos de oír la voz de Dios y de ver su manifestación. Cuando llegó el tiempo no pudieron ni asumir la visión de su luz ni soportar el trueno de su voz terrible.

Pero ahora, cuando Dios ha derramado su gracia en su venida, ya no es a través de un terremoto, ni en el fuego, ni en la manifestación de una voz terrible y fuerte que ha bajado, sino como el rocío sobre el valle. (Jue 6,37), como un gota que cae suavemente sobre la tierra. Ha venido a nosotros de manera diferente. Ha cubierto su majestad con el velo de nuestra carne. Ha hecho de ella un tesoro. Ha vivido entre nosotros en esta carne que su voluntad se había formado en el seno de la Virgen María, Madre de Dios, para que, viéndolo de nuestra raza y viviendo entre nosotros, no nos quedáramos turbados contemplando su gloria. Por esto, los que se han revestido con el vestido con que el Creador apareció entre nosotros, se han revestido de Cristo mismo (Gal 3,27). Han deseado llevar en su persona interior (Ef 3,16) la misma humildad con la que Cristo se manifestó a su creación y ha vivido en ella, como se manifiesta ahora a sus servidores. En lugar del vestido de honor y de gloria exteriores, éstos se han revestido de su humildad.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Señor por haberme acompañado en este momento de oración. Ayúdame a que, renovado después de este encuentro contigo, pueda seguir adelante en mi vida cristiana con valentía y con la esperanza de saber que cuento con tu auxilio y tu gracia.
Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Termina rezándole a María:

Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo 
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración 
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.