Año B – Tiempo de Adviento – Semana 4 – Jueves
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Esperando con gozo tu pronta venida, te pido Señor que me ayudes a disponer mi corazón para acogerte y para dejarme iluminar por tu presencia llena de paz y amor.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Al tomar conciencia de tu profundo amor por mí, me doy cuenta, Señor, de cuántas veces me olvido de ti y vivo como si no existieras. Tu venida, sin embargo, me manifiesta la inmensidad de tu amor, y me llena de confianza en tu misericordia.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
«Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre» (Lc 2,1-14)
En aquella época apareció un decreto del emperador Augusto, ordenando que se realizara un censo en todo el mundo. Este primer censo tuvo lugar cuando Quirino gobernaba la Siria. Y cada uno iba a inscribirse a su ciudad de origen. José, que pertenecía a la familia de David, salió de Nazaret, ciudad de Galilea, y se dirigió a Belén de Judea, la ciudad de David, para inscribirse con María, su esposa, que estaba embarazada. Mientras se encontraban en Belén, le llegó el tiempo de ser madre; y María dio a luz a su Hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el albergue. En esa región acampaban unos pastores, que vigilaban por turno sus rebaños durante la noche. De pronto, se les apareció el Ángel del Señor y la gloria del Señor los envolvió con su luz. Ellos sintieron un gran temor, pero el Ángel les dijo: «No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre». Y junto con el Ángel, apareció de pronto una multitud del ejército celestial, que alababa a Dios, diciendo: «¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra, paz a los hombres amados por él!».
Lectura espiritual breve
Lee con atención las siguientes palabras del Padre Juan José Paniagua:
Este es el cántico que Zacarías, el padre de Juan el Bautista, eleva a Dios después de haberse quedado mudo por un tiempo al no creer en las promesas de Dios. Pero hoy se le destraba la lengua, y lo primero que dice es este himno de alabanza al Señor. Zacarías, lleno de alegría reconoce cómo en Jesús se cumplen todas las promesas hechas por Dios desde el Antiguo Testamento. A pesar de nuestra incredulidad, Dios siempre es fiel a lo que ha prometido, a la palabra que ha empeñado con nosotros. Y no sólo ha cumplido su promesa de salvación, sino que “ha visitado a su pueblo”. No ha querido enviar a otro, sino que lo ha hecho Él mismo. El Señor vino y se hizo uno de los nuestros.
El ejemplo de Zacarías nos invita a saber esperar en el Señor, a no impacientarnos cuando las cosas están muy difíciles. Podrá haber momentos de dolor, pero Dios es siempre fiel y esa es nuestra esperanza.
También nos recuerda que en esta Navidad que estamos a punto de celebrar, no somos nosotros los que le hacemos un favor u homenaje a Dios, sino que sobre todo es Él quien viene, quien nos visita, nos envuelve con su amor y nos salva. Cumpliendo su mayor promesa, que no es darnos algo, sino darse Él mismo, para quedarse con nosotros.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, por tu presencia en nuestras vidas. Ayúdame a prepararme para acoger con inmenso gozo tu nacimiento, y dame tu gracia para que, como Santa María, de gloria a Dios con toda mi vida. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina rezándole a María:
Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
T: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.