Año C – Pascua – Semana 02 – Jueves
02 de abril de 2019
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Padre Bueno, creo en Jesús, tu Hijo. Creo firmemente que su testimonio es verdadero, que solo Él tiene palabras de vida. Que solo en Él puedo ser feliz, porque solo en Él puedo amar de verdad. Confío, Señor, en que me darás tu gracia para que a través de esta oración pueda acrecentar mi fe, y pueda hacerla vida amando a los demás.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Señor Jesús, creo, pero a veces dudo. Reconozco que soy pecador. He dudado de tus preceptos y he querido ser feliz sin Ti. Creo, Señor, creo: pero auméntame la fe. Enséname que no hay felicidad auténtica si vivo lejos de Ti.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
«El que cree en el Hijo tiene vida eterna» Jn 3, 31-36
«El que viene de arriba está por encima de todos. El que viene de la tierra pertenece a la tierra y sus palabras son terrenales. El que viene del Cielo, por más que dé testimonio de lo que allí ha visto y oído, nadie acepta su testimonio. El que acepta su testimonio reconoce que Dios es veraz. Porque aquel que Dios ha enviado habla las palabras de Dios, y da el Espíritu sin medida. El Padre ama al Hijo y ha puesto todas las cosas en sus manos. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; el que rehúsa creer en el Hijo, no verá la vida, sino que la cólera de Dios permanece sobre él».
Lectura espiritual breve
Lee la breve reflexión Juan José Paniagua:
Hoy concluimos el relato del encuentro de Jesús con Nicodemo. Y el Señor ha estado repitiéndole una idea muy importante: “El que cree en el Hijo del hombre, tiene vida eterna”. Es decir, creer en Dios. Y hoy nos va a mostrar que creer significa reconocer la veracidad de Dios, reconocer que Dios nos habla siempre con la verdad, que es fiable, que sus palabras son verdad. Hoy nos podemos preguntar: ¿Le creemos a Dios? ¿Nos fiamos de sus palabras y de sus promesas?
Jesús le dice a Nicodemo: “El que es de la tierra, habla de la tierra”. “El que viene del cielo da testimonio de lo que ha visto y oído, y su testimonio nadie lo acepta”. A veces nos pasa que pensamos mucho según el mundo. ¿Cuántos criterios mundanos se nos meten y vivimos según ellos? Criterios que nos llevan a ser codiciosos, apegados a lo material, egoístas, vanidosos, etc. Y esto ocurre porque aún le creemos mucho al mundo. Soñamos con el mundo, pensamos que nos va a dar la plenitud que tanto anhelamos. Por eso también pensamos según el mundo.
Creámosle entonces a Jesús. Creamos que Él es veraz. Creámosle a Dios, para que pensemos según Dios. Para que vivamos según los criterios del Evangelio. Para que nos convirtamos cada vez más.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. Cuáles son los principales criterios del mundo que todavía tengo muy adheridos y no me dejan ser libre?
2. ¿Me cuesta mucho creerle a Jesús? ¿Qué puedo hacer para crecer en mi confianza? ¿Para llenarme de los criterios de Dios?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, por tu amor. Gracias, Padre Bueno, porque no solo me abres el horizonte de la vida eterna: por tu Hijo me enseñas que puedo ser verdaderamente feliz en la tierra amando, entregándome, sirviendo. Concédeme, Señor, la gracia de vivir la alegría cristiana: la alegría de creer, la alegría de servir, la alegría de anunciarte, la alegría de amar. Amén
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Ave Maris Stella – Salve Estrella del Mar
Salve Estrella del mar, Santa Madre de Dios
y siempre Virgen, feliz Puerta del cielo.
Tú que has recibido el saludo de Gabriel,
y has cambiado el nombre de Eva,
establécenos en la paz.
Rompe las ataduras de los pecadores,
da luz a los ciegos, aleja de nosotros los males
y alcánzanos todos los bienes.
Muestra que eres Madre:
reciba nuestras súplicas por medio de Ti,
Aquel que, naciendo por nosotros,
aceptó ser Hijo tuyo.
¡Oh, Virgen incomparable!
¡Amable como ninguna!
Haz que, libres de nuestras culpas,
permanezcamos humildes y castos.
Danos una vida limpia,
prepáranos un camino seguro;
para que, viendo a Jesús,
nos alegremos eternamente contigo.
Demos alabanza a Dios Padre,
gloria a Cristo Soberano
y también al Santo Espíritu,
a los Tres un mismo honor. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.