Mi vida en Xto

Oración del jueves: «Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen»

Año B – Tiempo Ordinario – Semana 16 – Jueves

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+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, te pido que estés presente en este momento de oración. Soy privilegiado al poder conocerte y tener el don de la fe. Ayúdame a hacerlo crecer cultivando mi relación contigo. Que la gracia de tu Espíritu Santo me acompañe a lo largo de este momento de meditación y de encuentro.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Reconozco Señor mis muchos pecados. Sabes bien de mi fragilidad pero también del amor que te tengo. Ayúdame a confiar en tu amor y en tu infinita misericordia que mira lo más hondo de mí mismo. Prometo esforzarme para no volver a pecar y ser un hijo fiel en todos los momentos de mi vida.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“A ustedes se les ha concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos” (Mt 13,10-17)

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los discípulos y le preguntaron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les contestó: «A vosotros se os ha concedido conocer los secretos del Reino de los Cielos y a ellos no. Porque al que tiene se le dará y tendrá de sobra, y al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene. Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender. Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: “Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure”. Dichosos vuestros ojos porque ven y vuestros oídos porque oyen. Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron». 

Lectura espiritual breve

Reflexiona con estas palabras de Benedicto XVI:

Este Evangelio insiste también en el «método» de la predicación de Jesús, es decir, precisamente, en el uso de las parábolas. «¿Por qué les hablas en parábolas?», preguntan los discípulos (Mt 13,10). Y Jesús responde poniendo una distinción entre ellos y la multitud: a los discípulos, es decir, a los que ya se han decidido por Él, les puede hablar del Reino de Dios abiertamente; en cambio, a los demás debe anunciarlo en parábolas, para estimular precisamente la decisión, la conversión del corazón; de hecho, las parábolas, por su naturaleza, requieren un esfuerzo de interpretación, interpelan la inteligencia pero también la libertad. Explica San Juan Crisóstomo: «Jesús pronunció estas palabras con la intención de atraer a sí a sus oyentes y solicitarlos asegurando que, si se dirigen a Él, los sanará». En el fondo, la verdadera «Parábola» de Dios es Jesús mismo, su Persona, que, en el signo de la humanidad, oculta y al mismo tiempo revela la divinidad. De esta manera Dios no nos obliga a creer en Él, sino que nos atrae hacia sí con la verdad y la bondad de su Hijo encarnado: de hecho, el amor respeta siempre la libertad.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Señor por el don de la fe. Gracias Señor por permitirme profundizar en tus misterios; es un don que no puedo olvidar ni acostumbrarme, sino por el contrario cultivar y hacerlo crecer. Ayúdame Señor con el auxilio de tu gracia a fortalecerme en la fe de la Iglesia y a pedir constantemente que aumentes mi fe y ser generoso en el anuncio de tu Evangelio, pues un gran tesoro no puede quedar escondido. Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.

Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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