Año C – Pascua – Semana 07 – Martes
10 de mayo de 2016
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.
Oración Inicial
Señor Jesús, Tú que al subir al Cielo nos enviaste el Espíritu Santo para estar con nosotros en todo momento, obténme la Luz del Santo Espíritu para que me ilumine en mi oración y así pueda yo crecer más en la fe y en el conocimiento de tus verdades. Ayúdame Señor a que en esta oración me adhiera de todo corazón a Ti y así te pueda entregarte toda mi vida.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Ten piedad, Señor, porque he caído muchas veces, negándote con mis palabras, pensamientos y acciones. Sé que tu misericordia es eterna y es infinitamente más grande que todos mis pecados. Por eso no temo acercarme una vez más a Ti para pedirte el perdón y comprometerme a luchar contra el pecado y, ayudado con tu Gracia, nunca desfallecer en el combate.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a Ti” (17,1-11a)
Después de hablar así, Jesús levantó los ojos al cielo, diciendo: “Padre, ha llegado la hora: glorifica a tu Hijo para que el Hijo te glorifique a ti, ya que le diste autoridad sobre todos los hombres, para que él diera Vida eterna a todos los que tú les has dado. Esta es la Vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a tu Enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste. Ahora, Padre, glorifícame junto a ti, con la gloria que yo tenía contigo antes que el mundo existiera. Manifesté tu Nombre a los que separaste del mundo para confiármelos. Eran tuyos y me los diste, y ellos fueron fieles a tu palabra. Ahora saben que todo lo que me has dado viene de ti, porque les comuniqué las palabras que tú me diste: ellos han reconocido verdaderamente que yo salí de ti, y han creído que tú me enviaste. Yo ruego por ellos: no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío, y en ellos he sido glorificado. Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo, cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Lectura Espiritual breve
Lee estas breves palabras del Padre Juan José Paniagua:
Creo que a nadie le gustan las despedidas, sobre todo cuando se trata de personas a las que queremos mucho. Hoy Jesús se está despidiendo de sus apóstoles porque falta poco para su partida. Sin embargo no es una despedida triste. Hoy el Señor nos habla de la gloria que todos buscamos. Darle gloria a Dios. Ésa es también nuestra gloria, nuestra dicha, alabar a Dios, amarlo con todo el corazón. Y estamos llamados a glorificar a Dios no sólo porque es bueno, o por las obras buenas que ha realizado con nosotros. Lo alabamos no por lo que ha hecho, sino por quién es Él y por quiénes somos nosotros. Él es el Creador amoroso, nosotros las creaturas, que hemos sido amadas. ¿Y cómo glorificar a Dios aquí en la tierra? ¿Cuál debe ser nuestra alabanza? Jesús lo deja muy claro hoy: “Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar”. Nosotros también estamos llamados a llevar a cabo en la tierra la obra que Dios nos ha encomendado. Así glorificamos a Dios con nuestra vida entera.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Crees que estás llevando a cabo la obra que Dios te ha encomendado realizar? ¿Sabes cuál es esa obra a la que Dios te ha convocado?
2.- ¿Cuando rezas, junto con las cosas que le pides a Dios, le das gracias? ¿Está presente la oración de alabanza?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por ayudarme a conocerte a Ti y al Padre cada día más. Gracias por mostrarme como tu Padre, es también mi Padre y escucha mis suplicas. Te pido que me ayudes a responder con generosidad a su amor infinito, amando a mi prójimo, así como Tú y Él me han amado. Gracias Jesús.
Amén
Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...
Consagración a María
Termina esta oración consagrándote a María.
Bajo tu amparo nos acogemos,
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.