Mi vida en Xto

Oración del viernes: “¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?”

Año C – Tiempo Ordinario – Semana 29 – Viernes
21 de octubre de 2016

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En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Buen Jesús, puesto en tu presencia quiero expresarte el gran deseo que tengo de vivir cada vez más a tu lado. Descubro que tengo sed de Ti, y es en la oración donde me lleno de esa necesidad de encontrarme contigo. Ayúdame para que esta oración me haga crecer en la fe, la esperanza y la caridad.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Señor, reconozco también que soy pecador. Sé que muchas veces te doy la espalda y opto por otros caminos, que me apartan de Ti. Pero sé también que tu misericordia es infinita, que me quieres perdonar todas las veces que me acerque arrepentido. Ayúdame a convertirme Buen Jesús, a dejar de lado mis opciones egoístas y abrirme al auténtico amor que eres Tú.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?” Lc 12,54-59)

Dijo también a la multitud: “Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede. Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede. ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir el tiempo presente? ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vas con tu adversario a presentarte ante el magistrado, trata de llegar a un acuerdo con él en el camino, no sea que el adversario te lleve ante el juez, y el juez te entregue al guardia, y este te ponga en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”.

Lectura espiritual breve

Medita en el Evangelio ayudado por este texto del Padre Juan José Paniagua:

Hoy nuevamente Jesús arremete contra los fariseos. Parecía que ya les había dado una pausa. Pero hoy nuevamente les habla con dureza, señalando que son expertos para muchas cosas, saben sobre muchos temas: cómo interpretar los vientos y las mareas. Pero no lo son tanto para las cosas de Dios. No entienden las cosas del Señor porque no saben escucharlo. Algo parecido nos puede suceder. Somos expertos para muchos temas. Quizá tenemos muchas aficiones en la vida. ¿Pero cómo estamos para lo esencial? ¿Estamos bien entrenados para escuchar a Dios? ¿Sabemos escuchar al Señor? Las decisiones importantes de la vida, ¿las tomamos en oración?

Porque a veces podemos estar tan llenos de nosotros mismos, que se hace difícil que escuchemos a Dios, que percibamos sus signos. Somos quizá muy agudos para identificar con precisión la paja en el ojo ajeno, pero muy torpes, muy primitivos, para escuchar a Dios y lo que nos pide en la vida. Pidámosle a Jesús que nos ayude a tener oídos y ojos para lo esencial. Para que aprendamos a escucharlo en la oración y a seguirlo en nuestra vida cotidiana

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- Estoy preparado para lo esencial?

2.- ¿Me entreno para escuchar al Señor Jesús?

3.- ¿Las decisiones importantes las tomo en oración, con iluminación del Espíritu?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Jesús por tu presencia en mi vida, gracias porque estás a mi lado cada vez que te busco en la oración. Ayúdame a ser misericordioso como Tú eres con nosotros. Que yo no juzgue a mi hermano, sino que viva la misericordia y la caridad en todo momento, para que en cada una de mis obras reluzca tu amor divino.  Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Encomendémonos a nuestra Madre rezando:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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