Año C – Tiempo Ordinario – Semana 29 – Miércoles
19 de octubre de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, al iniciar esta oración quiero decirte que creo en Ti. Sé que eres un Dios lleno de amor y sé también que al igual que a los apóstoles me has llamado a anunciarte a todas las personas. Que esta oración me ayude a nutrirme de Ti, para que pueda compartir con los demás el gozo y la alegría de ser tu amigo.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Sin embargo Buen Jesús, reconozco también que muchas veces me alejo de Ti, no es fácil seguir tus pasos y con frecuencia veo que me desvío. Tú sabes que deseo con todo mi ser estar a tu lado. Estoy arrepentido de mis pecados… Ayúdame a que a pesar de mis caídas, tenga la fuerza y la gracia para ponerme de pie y seguir caminando junto a Ti.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más” (Lc 12,39-48).
Entiéndanlo bien: si el dueño de casa supiera a qué hora va llegar el ladrón, no dejaría perforar las paredes de su casa. Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre llegará a la hora menos pensada”. Pedro preguntó entonces: “Señor, ¿esta parábola la dices para nosotros o para todos?”. El Señor le dijo: “¿Cuál es el administrador fiel y previsor, a quien el Señor pondrá al frente de su personal para distribuirle la ración de trigo en el momento oportuno? ¡Feliz aquel a quien su señor, al llegar, encuentre ocupado en este trabajo! Les aseguro que lo hará administrador de todos sus bienes. Pero si este servidor piensa: ‘Mi señor tardará en llegar’, y se dedica a golpear a los servidores y a las sirvientas, y se pone a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día y la hora menos pensada, lo castigará y le hará correr la misma suerte que los infieles. El servidor que, conociendo la voluntad de su señor, no tuvo las cosas preparadas y no obró conforme a lo que él había dispuesto, recibirá un castigo severo. Pero aquel que sin saberlo, se hizo también culpable, será castigado menos severamente. Al que se le dio mucho, se le pedirá mucho; y al que se le confió mucho, se le reclamará mucho más.
Lectura espiritual breve
Medita con estas palabras del Padre Juan José Paniagua:
La vida cristiana es una lucha de toda nuestra existencia, es un combate prologando y corremos el peligro de caer en la rutina, de olvidarnos que estamos en una batalla a muerte, que nos jugamos la vida. Y a veces uno puede caer en la pereza espiritual, el adormecimiento, olvidar qué es lo realmente importante en medio de tantas preocupaciones.
Hoy el Señor nos recuerda que debemos estar siempre vigilantes. ¡No nos podemos quedar dormidos! Porque el ladrón se aparece cuando uno menos lo espera y el amo puede presentarse también de improviso. Por tanto hay que vivir esperando, pero en una sana tensión de lucha, siempre atentos, con sentido de responsabilidad.
Esta espera no es una ociosidad piadosa, ni un desentenderse de las cosas, quedándose con los brazos cruzados a que todo ocurra solo. Por el contrario, esperar a Cristo consiste en vivir muy atentos, haciendo bien las cosas, teniendo todo siempre bien preparado. Definitivamente es una espera muy activa, porque el Señor cuenta con nosotros para llevar adelante su Plan de salvación. No solo esperamos su retorno, sino que hemos sido llamados a colaborar con Él preparando la llegada de su Reino.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Descubres signos de pereza espiritual en tu vida cristiana?
2. ¿Cómo puedes vivir mejor la vigilancia que Jesús nos invita a vivir?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este momento de oración que me has permitido tener. Yo sé Señor que eres bueno conmigo y que me llenas de bendiciones. Sé también que tengo todo lo necesario para poder responder a tu amor. Ayúdame Buen Señor a responder en todo momento a esas inmensas bendiciones que has puesto en mí, para que puedas decir de mí: “Feliz tú, porque cuando llegué te encontré en la labor que te había encomendado” Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
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