Año C – Tiempo Ordinario – Semana 20 – Martes
16 de agosto de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, te pido que estés presente en este momento de oración. Sabes bien de mis anhelos de llegar al cielo. Que la gracia de este encuentro me permita salir renovado y fortalecido para continuar la lucha por la santidad.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Perdóname Señor por todos los momentos en que me alejo de Ti buscando mi felicidad en lo material. Ilumina con el colirio de la fe mis ojos enceguecidos para que pueda ver lo que realmente vale y construir mi tesoro en el Cielo.
Lectura Bíblica
«Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible» Mt 19,23-30
Jesús dijo entonces a sus discípulos: «Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos». Los discípulos quedaron muy sorprendidos al oír esto y dijeron: «Entonces, ¿quién podrá salvarse?». Jesús, fijando en ellos su mirada, les dijo: «Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible». Pedro, tomando la palabra, dijo: «Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué nos tocará a nosotros?». Jesús les respondió: «Les aseguro que en la regeneración del mundo, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, ustedes, que me han seguido, también se sentarán en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y el que a causa de mi Nombre deje casa, hermanos o hermanas, padre, madre, hijos o campos, recibirá cien veces más y obtendrá como herencia la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos, y muchos de los últimos serán los primeros».
Lectura espiritual breve
Escuchemos estas palabras del Padre Juan José Paniagua:
En más de una ocasión Pedro se ganó una reprensión por parte del Señor por algunos de sus comentarios, quizá un poco impulsivos, como aquella vez en la que Jesús le dijo: Aléjate de mi Satanás, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres. Hoy todo pareciera indicar que nuevamente Pedro se ganaría una reprensión por parte de Jesús por hacer un comentario tan interesado: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?». Pero no es así, Jesús en vez de reprenderlo, esta vez le da la razón y le hace una promesa muy grande: aquí el ciento por uno y luego la vida eterna. ¡Qué gran consuelo, qué gran esperanza!
Y es que todo lo que hacemos en esta vida es por un fin, podríamos decir que por un interés: ¡queremos salvarnos! Queremos estar con Jesús para siempre, en comunión con Él. Y eso está muy bien. Porque Dios tiene que ser lo más deseado en nuestra vida, nuestra mayor meta. Quizá recordamos otro caso, el del joven rico. También quería irse al Cielo: ¿qué tengo que hacer para alcanzar la vida eterna? le preguntó a Jesús. Pero cuando el Señor le pide que deje todo, se va triste, porque no estaba dispuesto. Quería estar con Jesús, pero no era su mayor deseo, habían otras cosas más importantes para él.
¿Cuál es tu mayor deseo en la vida? ¿Es estar con Dios? Podrías decir con franqueza como Pedro el día de hoy: “Señor, lo hemos dejado todo, qué recibiremos pues?”. O hay otras cosas en tu vida que no son Dios y están ocupando su lugar, y que quizá sin ser malas en sí mismas, te terminan desviando, porque ocupan el lugar que sólo Jesús debería tener.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué es lo que más deseas en tu vida? ¿Qué lugar ocupa Dios en tus prioridades?
2. ¿Crees que a ti también Dios te pide renunciar y dejar algunas cosas para seguirlo más de cerca?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias mi Buen Señor por este momento de encuentro contigo; ayúdame a vivir centrado en Ti, desapegado de todo lo terrenal y con el horizonte de santidad en mi mirada. De verdad Señor quiero seguirte aunque implique renuncias a mis planes. Dame las fuerzas para ser valiente y optar por Ti sin mirar atrás. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente. Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.