Año C – Tiempo Ordinario – Semana 18 – Jueves
4 de agosto de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Gracias Señor por este momento de encuentro profundo. Gracias por el don de la Iglesia y del Pastor que la guía. Ayúdame a que por medio de esta oración pueda tomar conciencia y renovarme en mi amor por esta familia que me regalas para poder llegar a vivir la comunión contigo en la eternidad.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Señor Jesús, a Ti que te hiciste hombre para reconciliarnos con tu amor y le entregaste a la Iglesia el poder para perdonar los pecados, te pido perdón por todos los momentos en que me alejo de Ti. Como Pedro, confírmame en mi amor a Ti y hazme una persona nueva.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo“ (Mt 16,13-23)
Al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: «¿Qué dice la gente sobre el Hijo del hombre? ¿Quién dicen que es?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que es Juan el Bautista; otros Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas». «Y ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy?». Tomando la palabra, Simón Pedro respondió: «Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo». Y Jesús le dijo: «Feliz de Ti, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en el cielo. Y yo te digo: «Tu eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder de la Muerte no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la Tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la Tierra, quedará desatado en el cielo». Entonces ordenó severamente a sus discípulos que no dijeran a nadie que Él era el Mesías. Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser condenado a muerte y resucitar al tercer día. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo: «Dios no lo permita, Señor, eso no sucederá». Pero Él, dándose vuelta, dijo a Pedro: «¡Retírate, apártate de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres».
Lectura espiritual breve
Lee con atención esta reflexión:
Jesús, después de haber alagado a Pedro por haber sido capaz de ver y reconocer lo más importante, lo reprende: “Quítate de mi vista Satanás, porque tus pensamientos no son lo de Dios, sino los de los hombres”. Quizá el Señor nos podría estar diciendo algo parecido a nosotros. Es una invitación a que aprendamos a pensar como Dios. ¿Cuál es esa lógica de Dios que Pedro no quiere aceptar? Es la lógica de la cruz. Esa cruz, que es necedad para los gentiles y escándalo para los judíos.
La cruz nos muestra que el hombre es débil y nos muestra que Dios todo lo puede. La cruz es signo de la maldad del hombre, es signo de su debilidad, de su sufrimiento, de sus miedos. Y al mismo tiempo es signo del amor de Dios, que no nos ha dado algo, sino se nos ha dado todo, todo su ser, clavado en el madero por amor, gratuito, generoso, inmerecido. ¿Qué nos dice entonces la cruz? Que sólo en Dios está nuestra salvación, que necesitamos del Señor, que Él tiene que ser el centro de nuestras vidas. Que en la cruz, que es donde el amor se hace sacrificio, podemos ver la grandeza del amor de Dios por nosotros. Por eso decía San Pablo: “La predicación de la cruz es una necedad para los que se pierden; más para los que se salvan —para nosotros— es fuerza de Dios”.
Por eso no dejemos de predicar el misterio de la cruz, no dejemos de predicar a Cristo crucificado. Porque si solo queremos predicar los elementos de la vida cristiana que el mundo acepta, nos convertimos en unos mundanos, que quieren a un Cristo sin cruz, un cristianismo sin amor y sin entrega generosa por los demás.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
- ¿Qué es la cruz para ti?
- Como cristiano, ¿cargo mi cruz con generosidad, sacrificio y amor, como Jesús nos lo enseña?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por el don de la Iglesia. Gracias por el llamado que me haces a colaborar con la misión encomendada a Pedro y los demás apóstoles. Te prometo esforzarme cada vez más por ser, junto a Ti, un artesano de la Nueva Evangelización. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permaneces siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.