Mi vida en Xto

Oración del viernes: «Yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo»

Año C – Tiempo Ordinario – Semana 15  Viernes
15 de julio de 2016

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+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

En este día, Señor, quiero crecer en amor y en confianza en Ti. Sé que cuando estoy a tu lado, voy por el buen camino. Pero quisiera vivir cada vez más cerca tuyo, porque nos has creado para la comunión y la amistad contigo y sé que mi corazón está sediento de Ti. Que este momento de oración me ayude a conocerte mejor y alimentarme de tu Palabra.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Padre bueno y misericordioso, reconozco que muchas veces tomo caminos equivocados que me alejan de Ti. Confío en que tu perdón es siempre más grande que mis pecados. Ayúdame también a saber perdonar y a vivir aquello que me pides: «quiero misericordia y no sacrificios».

Lectura Bíblica

«Yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo» Mt 12,1-8

En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado». Pero Él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado».

Lectura espiritual breve

Lee la siguiente reflexión que te ayudará a profundizar en el sentido del Evangelio:

Hoy se menciona en el Evangelio a los fariseos. Parece que una vez más no entendían. En teoría eran personas muy religiosas, pero estaban en una situación terrible porque más bien su actuar desagradaba a Dios. En vez de acercarlos, los alejaba de Él. ¡Qué situación más terrible vivir en el engaño de creer que estás haciendo obras agradables a Dios pero en realidad te estás alejando!

Por eso hoy Jesús va a hacer un comentario importante, para saber si estamos caminando por las sendas de su Plan: “si supieran qué significa eso de misericordia quiero y no sacrificios”. Hoy también nos podemos hacer esa misma pregunta a nosotros. ¿Sabemos qué es eso de “misericordia quiero”? ¿Vives la misericordia en tu vida? ¿Eres una persona misericordiosa? Porque qué difícil es agradar a Dios si no somos compasivos y misericordiosos con nuestros hermanos. Si tenemos prejuicios, guardamos rencores a otros. Si no hemos terminado de aceptar y perdonar a nuestros hermanos.

El problema es que estos fariseos se habían puesto como medida de la realidad. Sus reglas, juicios, sus maneras de ver las cosas. Así uno cree que está sirviendo a Dios, pero en realidad se está sirviendo y buscando a sí mismo. El verdadero sacrificio que Dios quiere es que sacrifiquemos nuestra soberbia, que sacrifiquemos nuestro orgullo y seamos humildes de corazón y aprendamos a perdonar, a ser misericordiosos con nuestros hermanos. Que no condenemos a los demás en nuestro corazón, y que así seamos verdaderos cumplidores de la ley: amando a Dios sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1. ¿Cómo puedo ser más misericordioso en mi vida?

2. ¿Cuáles son los sacrificios que Dios me pide hacer en mi vida?

Acción de gracias y peticiones personales

Señor Jesús, gracias porque sales a mi encuentro para saciar mi hambre de infinito. Sólo Tú eres capaz de llenar esa sed de felicidad que tengo. Quiero compartir esta gran alegría con todos los que me rodean. Ayúdame a vivir la caridad con los demás dando testimonio de tu amor y misericordia, y anunciándote como el único alimento que sacia todos nuestros anhelos. Amén.

Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.

Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

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