Año C – Tiempo Ordinario – Semana 14 – Jueves
7 de julio de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor, Tú eres grande y misericordioso. Tú sales siempre a mi encuentro y me concedes todo lo que necesito para poder encontrarte. Te pido, Señor, que me ayudes a abrir mi mente y mi corazón en esta oración, para que escuchando tu Palabra, pueda hacerla vida en mí.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Puesto en tu presencia, Dios mío, me doy cuenta de que muchas veces construyo mi vida sobre cosas efímeras, que no tienen valor. Te aparto de mis proyectos, de mis ideales, de mis planes, y me dejo llevar por cosas pasajeras y que en última instancia me dejan vacío. Ayúdame a construir sobre roca firme, siempre en referencia a Ti y a tu Plan Divino.
Lectura Bíblica: Mt 10,7-15
Por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento. Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
Lectura espiritual breve
Reflexiona con este texto del Padre Juan José Paniagua:
Hoy nadie habla de dar cosas gratis, todo te lo tienes que ganar. “Nada es gratis en esta vida”, es una frase que probablemente hemos escuchado tantas veces. Sin embargo, esa no es la visión de Dios. Por el contrario, Él ha querido darlo todo gratis, por amor, sin condiciones. Por eso hoy, el Señor, al enviar a sus discípulos a predicar, les dice: “Gratis lo recibieron, denlo también gratuitamente”.
Para ser verdaderos discípulos y apóstoles, tenemos que aprender de la dinámica de la gratuidad. Si solo le damos al otro lo que se merece, qué pequeña y mezquina sería nuestra vida. ¿Acaso darle al otro más de lo que se merece no es lo que nos hace grandes? Por ejemplo, cuando alguien nos ha tratado mal y aunque no se lo merece, igual lo perdonamos. O cuando somos generosos con alguien que no lo ha sido con nosotros. O cuando ayudamos al que nos necesita, pero sabemos que no nos va a poder dar nada a cambio. ¿Eso no nos hace realmente grandes como personas? Por eso el Papa Benedicto hablaba de la “sorprendente experiencia del don”, de donarse. Qué libres, qué felices somos cuando nos donamos. Cuando no estamos calculando para dar sólo en la medida en que el otro nos ha dado. Cuánta felicidad y libertad hay en ser generosos, en dar más de lo que hemos recibido.
La justicia nace de la conciencia del deber, de dar en proporción a lo que he recibido. La gratuidad nace del deseo de amar como Dios me ha amado a mí. Si Dios nos pagara según lo que mereciéramos, estaríamos en graves problemas. Demos gratuitamente y acojamos generosamente la llamada del Señor a ser sus apóstoles en todo el mundo.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Me considero a veces una persona egoísta, muy calculadora para compartir? ¿O suelo ser generoso con los demás, con mi tiempo y con mis bienes?
2. ¿Vivo agradecido con Dios por los dones que gratuitamente me ha dado?
Acción de gracias y peticiones personales
Te quiero agradecer, Señor, por este momento de oración, y porque me ayudas a tomar conciencia nuevamente de que sólo en Ti encontraré la vida nueva. Ayúdame Señor a tener la valentía para anunciar al mundo que sólo en Ti está la felicidad plena. Gratuitamente me has dado la vida nueva; ayúdame también a anunciarte gratuitamente a cuantos te necesitan. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Madre del Amor Misericordioso, bien sabes que tu Hijo, desde lo alto de la Cruz, señaló el camino de la piadosa filiación como aquel que deberíamos recorrer. Te imploro me obtengas la gracia de acercarme a tu Inmaculado Corazón, desde mi propio corazón, para aprender a amarte y a honrarte con el amor que el Señor Jesús te tiene. Cuida que este hijo tuyo ingrese así en el proceso de amorización y vea algún día cumplida la gran esperanza de verse conformado con el Salvador. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.