Año C – Tiempo Ordinario – Semana 11 – Viernes
17 de junio de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido permitas que mi pobre corazón se asemeje un poco más al tuyo, y que escuchando tu palabra, pueda amar tanto como Tú mismo nos has amado.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. Son tantas las veces que he fallado contra Ti que me da vergüenza mirar tu rostro. Veo tu Corazón traspasado, y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme y para obtenerme la felicidad eterna. Ayúdame Señor a no pecar más contra Ti, y también a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
Lectura Bíblica: Mt 6,19-23
No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban. Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar. Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos están malos, todo tu cuerpo estará en obscuridad. Y si tu fuente de luz se ha obscurecido, ¡cuánto más tenebrosas serán tus tinieblas!
Lectura espiritual breve
Lee este texto del Padre Alberto Hadad que te ayudará a reflexionar:
El mundo de hoy nos presenta diversas opciones atractivas a las cuales podemos entregar el corazón. Por ejemplo, resulta muy apelante dedicar la vida a buscar el éxito profesional, a cultivarse intelectualmente, a acumular una gran fortuna, o a viajar por el mundo. Ninguna de esas opciones está mal en sí misma si es que se ubica en el lugar adecuado en la propia vida: debajo de la opción fundamental por amar y seguir el Plan de Dios. Jesús en el Evangelio es muy claro. Él quiere que lo tengamos en el centro de nuestra vida y no en un segundo plano. Por eso nos advierte acerca del peligro de atesorar tesoros en la tierra, ya que estos no dan la verdadera felicidad y es imposible conservarlos al morir. El Buen Pastor nos invita a contemplar el Reino de los Cielos y a cultivar tesoros que permanecen para siempre. Dichos tesoros tienen siempre como fundamento el amor.
Desde esta óptica, es posible alcanzar las metas humanas en la tierra sin perder de vista lo esencial: el amor. No importa si soy el ser humano más brillante, o rico, o exitoso. Lo importante es que en cada una de mis acciones tenga como meta principal vivir el amor. Si es así, todo lo demás se dará por añadidura.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Estoy esforzándome por vivir el amor en cada una de mis acciones?
2. ¿Cuáles son los “tesoros humanos” a los que tengo apegado el corazón? ¿Cómo puedo ir desapegándome de ellos?
3. ¿Son compatibles mis metas humanas con el Reino de los Cielos?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por mostrarme cuán importante es que mi corazón esté en Ti. Ayúdame a no poner mis anhelos y mis esfuerzos en buscar las cosas terrenales, sino en esforzarme por vivir en Ti. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.