Año C – Tiempo de Navidad – Octava de Navidad – 30 de diciembre
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Con inmenso gozo porque todavía celebramos tu nacimiento, te pido Señor me acompañes en este momento de oración y me ilumines con la luz de tu Espíritu para que sepa acogerte siempre en mi corazón.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Con humildad, Señor mío, te quiero pedir perdón porque sé que tantas veces me aparto de tus caminos y me alejo de tu presencia. Sé, también, que tu misericordia es infinita, y por eso espero confiado en tu amor y en tu inmensa misericordia.
Lectura bíblica según el Evangelio del día
Lc 2,36-40
Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
Lectura espiritual breve
Te compartimos la reflexión del Padre Juan José Paniagua:
Así como celebramos el tiempo de adviento, 4 semanas antes de Navidad, para prepararnos, esta mujer del Evangelio también tuvo su propio adviento que duró muchos años. Fue casi toda una vida que aguardó la venida del Salvador. Es la profetiza Ana, un gran ejemplo de perseverancia. Con tantos años de espera se pudo haber desanimado, pudo haber pensado que ya Dios no iba a cumplir sus promesas. Sin embargo en esta mujer brilla la esperanza, porque realmente supo confiar en las promesas de Dios. Sabe que Dios es fiel y no defrauda. Por eso, aunque las situaciones de la vida se pongan difíciles, cuando parece que Dios se está tardando mucho en actuar, cuando se tiene la sensación que la espera ya es demasiado larga, hay que aprender de ella, que supo tener paciencia, supo confiar en Dios y no desesperarse y mantenerse firme.
Y esto no la convirtió en una mujer pasiva, todo lo contrario. Dice el Evangelio que era tan activa que a su avanzada edad vivía sirviendo a Dios en el Templo con ayunos y oraciones. Y no sólo eso, sino que tan vivo y joven estaba su espíritu, que luego de encontrarse con Jesús no dejaba de hablar de Él a todo aquél con quien se encontraba. Y es que vivir la espera no es para los resignados, ni para los que se quedan de brazos cruzados, sino para los que confían en Dios.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, por tu venida y por tu presencia en mi vida. Ayúdame a crecer en presencia de Dios, y que al mismo tiempo pueda dar a quienes me rodean testimonio de tu venida reconciliadora.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.