Mi vida en Xto

Oración del lunes: “María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos”

Ciclo B – Semana Santa – Semana 06 – Lunes
26 de marzo de 2018

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Señor, reconozco tu amor por mí. Sé que me cuidas y acompañas siempre, y por eso quiero pedirte al comenzar esta oración que me ayudes a profundizar en tu palabra, para que escuchándola con la mente y el corazón, pueda vivirla en mi vida dando gloria al Padre.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, con inmensa confianza me pongo ante Ti, reconociéndome necesitado de tu perdón, de tu misericordia. Renuévame Señor las fuerzas en mi combate contra mi pecado, y lléname de amor y de esperanza en mi camino hacia la santidad, muy en especial en este tiempo en que me preparo para acogerte en la conmemoración de tu pasión, muerte y resurrección.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día:

“María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos.” Jn 12,1-11

Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania, donde estaba Lázaro, al que había resucitado. Allí le prepararon una cena: Marta servía y Lázaro era uno de los comensales. María, tomando una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, ungió con él los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. La casa se impregnó con la fragancia del perfume. Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dijo: “¿Por qué no se vendió este perfume en trescientos denarios para dárselos a los pobres?”. Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella. Jesús le respondió: “Déjala. Ella tenía reservado este perfume para el día de mi sepultura. A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre”. Entre tanto, una gran multitud de judíos se enteró de que Jesús estaba allí, y fueron, no sólo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado. Entonces los sumos sacerdotes resolvieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos se apartaban de ellos y creían en Jesús, a causa de él.

Lectura espiritual breve

Profundicemos ayudados por el Papa Emérito Benedicto XVI: 

María se pone a los pies de Jesús en humilde actitud de servicio, como hará el propio Maestro en la última Cena, cuando, como dice el cuarto Evangelio, “se levantó de la mesa, se quitó sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó. Luego echó agua en una jofaina y se puso a lavar los pies de los discípulos”, para que —dijo— “también vosotros hagáis como yo he hecho con vosotros”: la regla de la comunidad de Jesús es la del amor que sabe servir hasta el don de la vida. Y el perfume se difunde: “Toda la casa -anota el evangelista- se llenó del olor del perfume”. El significado del gesto de María, que es respuesta al amor infinito de Dios, se expande entre todos los convidados; todo gesto de caridad y de devoción auténtica a Cristo no se limita a un hecho personal, no se refiere sólo a la relación entre el individuo y el Señor, sino a todo el cuerpo de la Iglesia; es contagioso: infunde amor, alegría y luz.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias Buen Señor por mostrarme el camino a seguir. Te pido que me ayudes a ser como la buena María que supo ver lo esencial en Ti. Te pido también que me ayudes a vivir activamente esta Semana Santa para poder infundir en los demás tu amor, tu alegría y tu luz.  Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser,
ya que soy todo tuyo,
¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.

+  En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.