Año B – Tiempo Ordinario – Semana 30 – Miércoles
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido que me ayudes a responder con generosidad al llamado personal que me haces a ser tu apóstol.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Perdóname Señor por todos los momentos en que me alejo de Ti y cedo a los influjos del mundo. Ayúdame, Señor, a saber acogerme a tu perdón y misericordia. Ayúdame a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
Lectura Bíblica: Lc 6,12-19
En esos días, Jesús se retiró a una montaña para orar, y pasó toda la noche en oración con Dios. Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos y eligió a doce de ellos, a los que dio el nombre de Apóstoles: Simón, a quien puso el sobrenombre de Pedro, Andrés, su hermano, Santiago, Juan, Felipe, Bartolomé, Mateo, Tomás, Santiago, hijo de Alfeo, Simón, llamado el Zelote, Judas, hijo de Santiago y Judas Iscariote, que fue el traidor. Al bajar con ellos se detuvo en una llanura. Estaban allí muchos de sus discípulos y una gran muchedumbre que había llegado de toda la Judea, de Jerusalén y de la región costera de Tiro y Sidón, para escucharlo y hacerse curar de sus enfermedades. Los que estaban atormentados por espíritus impuros quedaban curados; y toda la gente quería tocarlo, porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos.
Lectura espiritual breve
Reflexiona con estas palabras del Papa Benedicto XVI:
Los desafíos de la época actual están ciertamente por encima de las capacidades humanas: lo están los desafíos históricos y sociales, y con mayor razón los espirituales. A los pastores de la Iglesia a veces nos parece revivir la experiencia de los Apóstoles, cuando miles de personas necesitadas seguían a Jesús, y él preguntaba: ¿Qué podemos hacer por toda esta gente? Ellos entonces experimentaban su impotencia. Pero precisamente Jesús les había demostrado que con la fe en Dios nada es imposible, y que unos pocos panes y peces, bendecidos y compartidos, podían saciar a todos. Pero no sólo había —y no sólo hay— hambre de alimento material: hay un hambre más profunda, que sólo Dios puede saciar. También el hombre del tercer milenio desea una vida auténtica y plena, tiene necesidad de verdad, de libertad profunda, de amor gratuito. También en los desiertos del mundo secularizado, el alma del hombre tiene sed de Dios, del Dios vivo.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por haber venido a la tierra a traernos el don de la reconciliación. Contigo mi vida ha encontrado un sentido verdadero. Ayúdame a tomar conciencia de que no puedo quedarme con este inmenso tesoro guardado, sino que por el contrario debo compartirlo incansablemente a todos mis hermanos y hermanas. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Santa María, Madre del Señor Jesús y nuestra, obtennos la presencia vivificante del Espíritu, y la gracia de andar siempre por los caminos de Dios. Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.