Mi vida en Xto

Oración del viernes: “Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto”

Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 18 – Viernes
10 de agosto de 2018

San Lorenzo, diácono y mártir

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración Inicial

En este día, Buen Jesús, quiero mostrarte mi amor y mi confianza. Sé que cuando estoy a tu lado, voy por caminos firmes. Deseo vivir cada vez más cerca de Ti, porque nos has creado para la comunión y la amistad contigo y sé que mi corazón está sediento de Ti. Que este momento de oración me ayude a nutrirme de Ti, que eres el alimento verdadero.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Señor, junto con mis anhelos de grandeza, también percibo en mi corazón mis egoísmos y pecados. Sé que muchas veces no hago el bien que quiero, y hago el mal que no quiero. Estoy arrepentido por las veces en que te he negado mi amor, pero me llena de esperanza saber que eres un Dios de perdones, y me ofreces tu misericordia en todo momento.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto” (Jn 12,24-26)

Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.

Lectura Espiritual breve

(Lee el siguiente texto de San Agustín que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio).

La Iglesia de Roma nos invita hoy a celebrar el triunfo de san Lorenzo, que su-peró las amenazas y seducciones del mundo, venciendo así la persecución diabólica. El, como ya se os ha explicado más de una vez, era diácono de aquella Iglesia. En ella administró la sangre sagrada de Cristo; en ella, también, derramó su propia sangre por el nombre de Cristo.El apóstol san Juan expuso claramente el significado de la Cena del Señor, con aquellas palabras: Como Cristo dio su vida por nosotros, también nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos. Así lo entendió san Lorenzo; así lo entendió y así lo practicó; lo mismo que había tomado de la mesa del Señor, eso mismo preparó. Amó a Cristo durante su vida, lo imitó en su muerte.

También nosotros, hermanos, si amamos de verdad a Cristo, debemos imitarlo. La mejor prueba que podemos dar de nuestro amor es imitar su ejemplo, porque Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. Según estas palabras de san Pedro, parece como si Cristo sólo hubiera padecido por los que siguen sus huellas, y que la pasión de Cristo sólo aprove-chara a los que siguen sus huellas. Lo han imitado los santos mártires hasta el derramamiento de su sangre, hasta la semejanza con su pasión; lo han imitado los mártires, pero no sólo ellos. El puente no se ha derrumbado después de haber pasado ellos; la fuente no se ha secado después de haber bebido ellos.

Tenedlo presente, hermanos: en el huerto del Señor no sólo hay las rosas de los mártires, sino también los lirios de las vírgenes y las yedras de los casados, así como las violetas de las viudas. Ningún hombre, cualquiera que sea su género de vida, ha de desesperar de su vocación: Cristo ha sufrido por todos. Con toda verdad está escrito de él que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la verdad.

Entendamos, pues, de qué modo el cristiano ha de seguir a Cristo, además del derramamiento de sangre, además del martirio. El Apóstol, refiriéndose a Cristo, dice: A pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios. ¡Qué gran majestad! Al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. ¡Qué gran humildad! Cristo se rebajó: esto es, cristiano, lo que debes tú procurar. Cristo se sometió: ¿cómo vas tú a enorgullecerte? Finalmente, después de haber pasado por semejante humillación y haber vencido la muerte, Cristo subió al cielo: sigámoslo.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.-¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Señor Jesús, gracias porque sales a mi encuentro, a saciar mi hambre de infinito. Ayúdame Buen Señor a ser siempre coherente con mi fe como lo fue San Lorenzo y que, perseverando con tesón en tu Palabra, pueda entregarme a Ti tanto en los detalles, como en las grandes cosas de mi vida.  Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.)

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...

Consagración a María

Termina esta oración rezándole a María.

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, 
vida, dulzura y esperanza nuestra.

Dios te salve.

A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva, 
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.

Ea, pues, Señora Abogada Nuestra, 
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, 
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, 
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.

Amén

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Lecturas de la Misa del día