Ciclo A – Navidad – Octava de Navidad
La Sagrada Familia
Viernes 30 de diciembre de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, Tú has venido a salvarnos y a llevarnos de regreso a tu redil. Te pido que me ayudes a abrir mis oídos y mi corazón para que reconozca tu voz de pastor en esta oración y pueda así seguirte coherentemente.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Señor, yo sé que muchas veces peco y falto contra Ti. Derrama sobre mi corazón herido tu amor misericordioso para que, unido a Ti, pueda renovarme y no pecar más.
Lectura Bíblica
«José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto» (Mt 2,13-15.19-23)
Cuando se marcharon los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, cogió al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes. Así se cumplió lo que dijo el Señor por el profeta: «Llamé a mi hijo, para que saliera de Egipto». Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo: «Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel; ya han muerto los que atentaban contra la vida del niño» Se levantó, cogió al niño y a su madre y volvió a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allá. Y, avisado en sueños, se retiró a Galilea y se estableció en un pueblo llamado Nazaret. Así se cumplió lo que dijeron los profetas, que se llamaría Nazareno.
Lectura espiritual breve
Reflexionemos con estas palabras del Papa Francisco:
Dios quiso nacer en una familia humana, quiso tener una madre y un padre, como nosotros.
Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia por el camino doloroso del destierro, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por miedo, incertidumbre, incomodidades (cf. Mt 2,13-15.19-23). […]
Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto causada por las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios está también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige en favor de la vida y la dignidad suya y de sus familiares.
Hoy, nuestra mirada a la Sagrada Familia se deja atraer también por la sencillez de la vida que ella lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace mucho bien a nuestras familias, les ayuda a convertirse cada vez más en una comunidad de amor y de reconciliación, donde se experimenta la ternura, la ayuda mutua y el perdón recíproco. Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido y se pide «permiso», cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir «gracias», y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir «perdón», en esa familia hay paz y hay alegría. […] Desearía alentar también a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. El anuncio del Evangelio, en efecto, pasa ante todo a través de las familias, para llegar luego a los diversos ámbitos de la vida cotidiana.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4. ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Te agradezco de corazón, Señor, por este momento que me has permitido compartir contigo. Gracias por mostrarme tu cercanía y tu cariño. Gracias por iluminar mi vida cotidiana en familia. Te pido que me ayudes a descubrirte en las dificultades diarias y a tener un corazón sensible a las necesidades de mis hermanos.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones)
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina tu oración rezándole a María:
Memorare – Acordaos
Acordaos, ¡oh piadosísima Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que han acudido a vuestra protección,
implorando vuestro auxilio haya sido desamparado.
Animado por esta confianza,
a Vos acudo, Madre, Virgen de las vírgenes,
y gimiendo bajo el peso de mis pecados
me atrevo a comparecer ante Vos.
Madre de Dios, no desechéis mis súplicas,
antes bien, escuchadlas y acogedlas benignamente.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.