Mi vida en Xto

Oración del lunes: «Creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino»

Ciclo A – Cuaresma – Semana 04 – Lunes
27 de marzo de 2017

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Oración inicial

Gracias, Señor, por todos los dones que me concedes. Te pido que me ayudes a permanecer en tu presencia en estos momentos de oración y que envíes tu Espíritu para que sea Él quien suscite en mi mente y corazón lo que me quieras decir y yo sepa acogerlo con docilidad y confianza.

Acto penitencial

(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).

Reconozco, Señor, que muchas veces me alejo de Ti y de tu amor. Confío en que tu amor y tu misericordia son siempre más grandes que mi pecado. Te pido que me fortalezcas para amarte cada vez más y seguirte por el camino de la vida.

Lectura Bíblica

«Creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino» (Jn 4,43-54)

Transcurridos los dos días, Jesús partió hacia Galilea. El mismo había declarado que un profeta no goza de prestigio en su propio pueblo. Pero cuando llegó, los galileos lo recibieron bien, porque habían visto todo lo que había hecho en Jerusalén durante la Pascua; ellos también, en efecto, habían ido a la fiesta. Y fue otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Había allí un funcionario real, que tenía su hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando supo que Jesús había llegado de Judea y se encontraba en Galilea, fue a verlo y le suplicó que bajara a curar a su hijo moribundo. Jesús le dijo: «Si no ven signos y prodigios, ustedes no creen». El funcionario le respondió: «Señor, baja antes que mi hijo se muera». «Vuelve a tu casa, tu hijo vive», le dijo Jesús. El hombre creyó en la palabra que Jesús le había dicho y se puso en camino. Mientras descendía, le salieron al encuentro sus servidores y le anunciaron que su hijo vivía. Él les preguntó a qué hora se había sentido mejor. «Ayer, a la una de la tarde, se le fue la fiebre», le respondieron. El padre recordó que era la misma hora en que Jesús le había dicho: «Tu hijo vive». Y entonces creyó él y toda su familia. Este fue el segundo signo que hizo Jesús cuando volvió de Judea a Galilea.

Lectura espiritual breve

Lee esta breve reflexión:

El funcionario real acude a Cristo en busca de un milagro que le devuelva la salud a su hijo moribundo. Jesús, de manera sencilla y profunda, le hace notar que su fe es imperfecta: necesita signos para creer. Cristo «nos muestra —dice San Juan Crisóstomo— que no es tanto en sus milagros en lo que debemos fijarnos sino en su enseñanza. Nos enseña que los signos se realizan en atención a la salud del alma. En este caso, Cristo sana tanto al padre del niño de una enfermedad del espíritu como al niño de una enfermedad de su cuerpo». Jesús cura la imperfección de la fe en el padre y cura la fiebre en el hijo. En este pasaje, como enseña Beda, «se da a conocer que hay grados en la fe como en las demás virtudes, en las cuales hay principio, desarrollo y perfección. El principio de la fe de éste [el funcionario] estuvo cuando pidió la salud de su hijo; su incremento, cuando creyó en la palabra del Salvador, que le dijo: “tu hijo vive”; y obtuvo la perfección cuando se lo anunciaron sus criados. Entonces creyó él y toda su familia».

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate:

1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?

2.- ¿Cómo ilumina mi vida?

3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?

4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?

Acción de gracias y peticiones personales

Gracias, Señor, por esta oración. Te ruego como lo hicieron los apóstoles: creo, Señor, pero aumenta mi fe. Ayúdame a saber poner siempre toda mi confianza en Ti y a ser dócil a tu palabra. Amén.

(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…

Consagración a María

Pidámosle a María que nos acompañe siempre:

¡Oh Señora mía, oh Madre mía!,
yo me entrego del todo a Ti,
y en prueba de mi filial afecto,
te consagro en este día
mis ojos, mis oídos, mi lengua y mi corazón,
en una palabra, todo mi ser,
ya que soy todo tuyo,
¡oh Madre de bondad!,
guárdame y protégeme como hijo tuyo. Amén.

 

+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Lecturas de la Misa del día