Ciclo A – Adviento – Semana 02 – Viernes
9 de diciembre de 2016
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, puesto en tu presencia te pido que me ayudes a disponer mi corazón para acoger tu Palabra y hacerla vida en mí.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Te pido perdón Señor porque sé que Tú me has amado hasta el extremo, pero aún así muchas veces desconfío de ti. Descubro que mi fe es débil y por eso me desvío del camino. Pero tengo la certeza que siempre me perdonas, porque tu misericordia es infinita. Ayúdame a ponerme de pie cada vez que tropiece.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“La Sabiduría ha quedado justificada por sus obras” (San Mateo 11,16-19)
¿Con quién puedo comparar a esta generación? Se parece a esos muchachos que, sentados en la plaza, gritan a los otros: ‘¡Les tocamos la flauta, y ustedes no bailaron! ¡Entonamos cantos fúnebres, y no lloraron!’. Porque llegó Juan, que no come ni bebe, y ustedes dicen: ‘¡Ha perdido la cabeza!’. Llegó el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: ‘Es un glotón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores’. Pero la Sabiduría ha quedado justificada por sus obras”.
Lectura espiritual breve
Reflexiona con el texto que nos comparte el Padre Alberto Hadad:
En la vida cotidiana el ser humano muchas veces se deja engañar por las apariencias. ¿Cuántas veces no nos pasa que juzgamos de manera apresurada a alguien? ¿Cuántas veces no hemos tenido que rectificar nuestra opinión acerca de una persona luego de conocerla personalmente?
Así como nosotros nos dejamos engañar por impresiones ligeras y por las apariencias, muchos contemporáneos de Jesús se dejaron engañar por lo que veían externamente del Señor. El tiempo del Adviento nos invita a aprender del Señor que no mira las apariencias sino el corazón del hombre (Ver 1Sam 16,7). Seamos como aquellos que, en lugar de juzgar desde lejos a Juan Bautista y al Señor Jesús, se acercaron para conocerlos personalmente. Seamos como aquellos primeros discípulos que se acercaron a preguntarle: “Maestro: ¿dónde vives?” (Jn 1,38).
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Me dejo guiar por las apariencias para juzgar a los demás? ¿Soy superficial?
2.- ¿Cómo puedo ser más caritativo frente a los demás?
3.- ¿Qué acciones concretas me pueden ayudar a conocer a las personas más profundamente y a vivir la caridad frente a ellas?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por el don de la fe que me has regalado. Ayúdame a reconocerte en medio de los hombres, para que acogiendo tus enseñanzas, pueda convertir mi corazón a Ti, y así ser un digno hijo del Padre. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Encomendémonos a nuestra Madre rezando:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.