Ciclo A – Cuaresma – Semana 03 – Sábado
25 de marzo de 2017
Solemnidad de la Anunciación del Señor
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, hoy que celebramos la Solemnidad de tu Anunciación, concédeme un corazón profundamente recogido y silente, como el de la Virgen María. Quiero, como Ella, recibir tu Santo Espíritu. Quiero, como Ella, ponerme enteramente en tus manos. Concédeme, como a Ella, aprender a decir siempre «hágase» a tu Plan de amor.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Dulce Jesús, Tú me conoces. Es verdad: soy frágil y pecador. Te pido perdón por todas mis faltas, porque confío en tu misericordia y tu perdón. Llévate, Señor, mi corazón de piedra y dame un corazón de carne, como el de tu Madre, María, para que pueda así vivir a cada momento el amor.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra” Lc 1,26-38.
Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida en matrimonio con un hombre llamado José, de la familia de David. La virgen se llamaba María. Llegó el ángel hasta ella y le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». María quedó muy conmovida al oír estas palabras, y se preguntaba qué significaría tal saludo. Pero el ángel le dijo: «No temas, María, porque has encontrado el favor de Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, al que pondrás el nombre de Jesús. Será grande y justamente será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de su antepasado David; gobernará por siempre al pueblo de Jacob y su reinado no terminará jamás». María entonces dijo al ángel: «¿Cómo puede ser eso, si yo soy virgen?». Contestó el ángel: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el niño santo que nacerá de ti será llamado Hijo de Dios. También tu parienta Isabel está esperando un hijo en su vejez, y aunque no podía tener familia, se encuentra ya en el sexto mes del embarazo. Para Dios, nada es imposible». Dijo María: «He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra.» Después la dejó el ángel.
Lectura espiritual breve
El Papa Benedicto XVI nos enseña:
“He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”. María anticipa así la tercera invocación del Padre nuestro: “Hágase tu voluntad”. Dice “sí” a la voluntad grande de Dios, una voluntad aparentemente demasiado grande para un ser humano. María dice “sí” a esta voluntad divina; entra dentro de esta voluntad; con un gran “sí” inserta toda su existencia en la voluntad de Dios, y así abre la puerta del mundo a Dios. Adán y Eva con su “no” a la voluntad de Dios habían cerrado esta puerta.
“Hágase la voluntad de Dios”: María nos invita a decir también nosotros este “sí”, que a veces resulta tan difícil. Sentimos la tentación de preferir nuestra voluntad, pero ella nos dice: «¡Sé valiente!, di también tú: “Hágase tu voluntad”», porque esta voluntad es buena. Al inicio puede parecer un peso casi insoportable, un yugo que no se puede llevar; pero, en realidad, la voluntad de Dios no es un peso. La voluntad de Dios nos da alas para volar muy alto, y así con María también nosotros nos atrevemos a abrir a Dios la puerta de nuestra vida, las puertas de este mundo, diciendo “sí” a su voluntad, conscientes de que esta voluntad es el verdadero bien y nos guía a la verdadera felicidad. Pidamos a María, la Consoladora, nuestra Madre, la Madre de la Iglesia, que nos dé la valentía de pronunciar este “sí”, que nos dé también esta alegría de estar con Dios y nos guíe a su Hijo, a la verdadera Vida.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4. ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Señor, porque por medio de María has querido hacerte hombre para enseñarnos a ser plenamente hombres. Te pido que, así como quisiste permanecer por unos meses en el Inmaculado vientre de la Santísima Virgen, permanezcas ahora y siempre en mi humilde corazón. Amén
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Salve, Reina de los Cielos
y Señora de los ángeles;
salve raíz, salve puerta,
que dio paso a nuestra luz.
Alégrate, Virgen gloriosa,
entre todas la más bella;
salve, agraciada doncella,
ruega a Cristo por nosotros.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.