Lunes 10 de agosto de 2016
San Lorenzo, diácono y mártir
«El que quiera servirme, será honrado por mi Padre»
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Jesús, te agradezco por este momento de oración. Tú sales siempre a mi encuentro y buscas acercarme a tu corazón. Ayúdame a ser un siervo dócil a tu palabra, para que, escuchando tu voz, pueda seguirla con radicalidad y alegría.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Padre Bueno, te pido perdón por mis pecados. Me acojo a tu perdón y a tu misericordia infinita, confiando en que no te quedas en las apariencias sino que miras realmente lo más hondo de mi corazón.
Lectura Bíblica: Jn 12,24-26
Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto. El que tiene apego a su vida la perderá; y el que no está apegado a su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde yo esté, estará también mi servidor. El que quiera servirme, será honrado por mi Padre.
Lectura espiritual breve
Reflexionemos con estas palabras:
Hoy celebramos la memoria de San Lorenzo mártir. Su historia es muy antigua y conocida. Fue un mártir del s. III, era diácono del Papa Sixto, en la época de las persecuciones del Imperio Romano a los cristianos. Cuando el emperador Valeriano inició la persecución, capturó al Papa Sixto y a sus diáconos. Pero entre ellos tomó a Lorenzo y le dijo: He oído que la Iglesia tiene muchas riquezas, te doy 3 días para que vayas y me las traigas. Así que Lorenzo salió y se fue a buscar a los pobres que atendía todos los días, a los hambrientos que alimentaba, a los lisiados, enfermos, vagabundos, a todos aquellos a quienes como diácono servía en la caridad. Y luego de 3 días los presentó al emperador Valeriano y le dijo: Emperador, aquí están las riquezas de la Iglesia.
Esa es nuestra gran riqueza: vivir la caridad y la misericordia con el prójimo. Eso es lo que realmente nos asemeja a Cristo. Como decía el Papa Francisco: nuestra credibilidad como cristianos, no está en nuestras ideas, sino en cómo acogemos al prójimo, cómo vivimos la misericordia y la caridad con los demás. Ahí está nuestra riqueza. Ese tesoro por el cual vale la pena dar la vida como hizo Lorenzo. Este mártir fue condenado a muerte por su testimonio de caridad y murió quemado en una parrilla.
El Evangelio de hoy nos ha hablado de eso: si el grano de trigo cae en tierra y muere, da fruto. Muramos a nuestro egoísmo, para que como Lorenzo, nuestro amor de fruto abundante.
P. Juan José Paniagua
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Cuáles son mis riquezas en esta vida? ¿Son mis obras de caridad y de misericordia?
2. ¿Qué puedo hacer para dar testimonio de mi amor a Cristo con mis obras a semejanza de los mártires?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Buen Jesús por todo lo que me enseñas. Gracias por mostrarme tu lógica que es tan diferente de la que presenta el mundo. Ayúdame a seguir tus pasos aprendiendo a dar testimonio de Ti y reconociendo tu justicia que se funda en la caridad. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.