Misa en Santa Marta Papa Francisco

Homilía en Santa Marta: «Pidamos al Señor que nos enseñe a transmitir la fe»

Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 03 – Viernes
26 de enero de 2018

En su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta, el último viernes de enero, Francisco destacó las tres palabras que indican cómo anunciar a Cristo, siguiendo el ejemplo del Apóstol San Pablo: hijo, testimonio y maternidad. Porque se es padre cuando se genera en la fe a alguien diciéndole la verdad.

Francisco centró su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta en la transmisión de la fe. Y lo hizo al comentar la segunda Carta San Pablo a Timoteo propuesta por la liturgia del día en que nos muestra al Apóstol dirigiéndose a su discípulo para recordarle “la fe genuina”.

El Papa Bergoglio destacó de esta Carta tres palabras que indican cómo debe ser transmitida la fe, y las palabras son: “hijo”, tal como Pablo llama a Timoteo, “madre” y “abuela” y, en fin, “testimonio”.

En el Apóstol Pablo la locura de la predicación

El Santo Padre afirmó que Pablo suscita en Timoteo la “locura de la predicación”, sí puesto que ésta es su “paternidad”. A la vez que destacó que en la Lectura se habla también de lágrimas, porque el Apóstol no endulza su anuncio con medias verdades; sino que lo hace con coraje. Y así Pablo se convierte en padre de Timoteo. Su predicación —dijo Francisco— “no puede ser tibia”.

“La predicación de San Pablo no puede ser tibia”

“La predicación siempre —permítanme la palabra— ‘abofetea’, es un bofetón, un sopapo que te conmueve y te lleva adelante. El mismo Pablo dice: ‘La locura de la predicación’. Es una locura, porque decir que Dios se ha hecho hombre y después fue crucificado y después ha resucitado… ¿Qué le dijeron a Pablo los habitantes de Atenas? ‘Pasado mañana te escucharemos’. Este pobrecito debería ir al manicomio más que caminar por las calles. Siempre en la predicación de la fe hay alguna locura. Y la tentación es el falso buen sentido, esa mediocridad: ‘Pero no, no bromeemos, no es para tanto’…, la fe tibia”.

La palabra sin testimonio no tiene fuerza

La segunda palabra de la Lectura es “testimonio”. Y el Papa Francisco afirmó que hay que transmitir la fe con el testimonio, que da fuerza a la palabra. “¡Pero cómo se aman!”,  decían las personas a los primeros discípulos reconociéndolos por esta característica como cristianos.

“Hoy, en alguna parroquia —en la suya, no, ¡la suya es una parroquia santa!— pero  pensemos en otra. En alguna parroquia uno va, siente lo que dice éste de aquél, de aquél y de aquél… En lugar de decir ‘¡cómo se aman!’, vienen ganas de decir: ‘¡Cómo se pelean! ¡Cómo se despellejan!… ¡La lengua es un cuchillo para desollar al otro!’. Y ¿cómo puedes transmitir la fe con un aire tan viciado de chismes, de calumnias? No. Testimonio. ‘Mira, éste nunca habla mal del otro; éste hace aquella obra de caridad; éste cuando hay alguien enfermo va a visitarlo, ¿por qué hace así?’. La curiosidad: ¿Por qué esta persona vive así? Y con el testimonio aparece la pregunta del por qué allí se transmite la fe, porque tiene fe, porque sigue las huellas de Jesús”.

El Santo Padre también subrayó lo mal que hace el contra-testimonio o el mal testimonio: quita la fe,  debilita a la gente.

La Iglesia genera como una madre

Madre, abuela: la maternidad es la tercera palabra. “La fe se transmite en un vientre materno, el vientre de la Iglesia” —explicó Francisco— “porque la Iglesia es madre, la Iglesia es femenina. La maternidad de la Iglesia se prolonga en la maternidad de la mamá, de la mujer”.

Y recordó haber conocido en Albania a una religiosa que durante la dictadura estuvo en la cárcel, pero que cada tanto los guardias la dejaban salir un poco y ella iba hacia el río, total —pensaban— qué podrá hacer esta pobre. En cambio —prosiguió diciendo el Papa— ella era astuta y las mujeres, sabiendo cuándo salía, le llevaban a sus niños y ella los bautizaba a escondidas con el agua del río. Un hermoso ejemplo, concluyó el Pontífice.

“Yo me pregunto: las madres, las abuelas, ¿son como estas dos de las que habla Pablo?: ‘¿También tu abuela Loide y tu madre Eunice’ que han transmitido la fe, la verdadera fe? Un poco… dice: ‘Pero sí, aprenderá cuando vaya a la catequesis (al catecismo)’. Pero yo les digo, a mí me causa tristeza cuando veo a los niños que no saben hacer el signo de la Cruz y en lugar de hacer bien el signo de la Cruz, saben que deben hacer algo y hacen un dibujo así… porque les falta la mamá y la abuela que les enseñe esto. Cuántas veces pienso en las cosas que se enseñan para la preparación al matrimonio, a la recién casada, a la que será mamá: ¿Se le enseña que debe transmitir la fe?”.

“Pidamos al Señor —terminó diciendo el Papa— que nos enseñe —como testigos, como predicadores y también a las mujeres, como madres— a transmitir la fe”.

María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano

Lecturas de la Misa del día

Oración con el Evangelio del día