Mi vida en Xto

Oración del jueves: “Como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros”

Año C – Pascua – Semna 07 – Jueves
12 de mayo de 2016

Jesus en la cruz con el Padre

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

Oración Inicial

Buen Jesús, qué alegría tener este momento para hacerte parte de mi día. Así como Tú y el Padre son uno, ayúdame a mantener viva tu presencia en mi vida, para que escuchando tu Palabra, pueda yo también ser uno con Ustedes.

Acto penitencial

Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.

Jesús, mi Buen Pastor, como la oveja perdida algunas veces me he alejado de tu rebaño. He pecado contra el Padre y contra Ti. Te pido perdón, y me confío a tu infinita misericordia. Te pido que me cargues sobre tus hombros y me lleves, como siempre lo haces, hacia el redil, hacia la comunión plena contigo y mis hermanos.

Lectura Bíblica según el Evangelio del día

“Como Tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (San Juan 17,20-26)

No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno -yo en ellos y tú en mí- para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que yo los amé cómo tú me amaste. Padre, quiero que los que tú me diste estén conmigo donde yo esté, para que contemplen la gloria que me has dado, porque ya me amabas antes de la creación del mundo. Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te conocí, y ellos reconocieron que tú me enviaste. Les di a conocer tu Nombre, y se lo seguiré dando a conocer, para que el amor con que tú me amaste esté en ellos, y yo también esté en ellos”.

Lectura Espiritual breve

Lee este texto del Padre Juan José Paniagua que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:

Probablemente más de una vez alguien se nos ha acercado y nos ha dicho: por favor, reza por mí, o por esta persona que está enferma, o que está en problemas. Y hacemos esto porque necesitamos la ayuda de Dios. Otras veces sin que nos lo pidan, rezamos por los demás, por los necesitados, por los seres queridos, por los amigos. Esto expresa una dimensión muy hermosa de la vida cristiana.

En realidad lo que estamos haciendo es seguir el ejemplo de Jesús, que también hizo lo mismo. Y eso es lo que hemos oído en el Evangelio de hoy, que es la última parte de la oración sacerdotal de Jesús. El Señor sabiendo que ya está pronto para morir en la cruz, lo último que hace es rogarle, pedirle al Padre por sus amigos más íntimos, los más queridos: sus apóstoles. Realmente qué buen amigo era Jesús. Y una de las cosas más importantes que pide es lo que hemos escuchado hoy: Padre, que sean uno, como nosotros somos uno. Y en realidad no era sólo para sus apóstoles, sino que también se extiende a nosotros, porque a continuación les dice: “No ruego sólo por éstos, sino también por aquellos que, por medio de su palabra, creerán en mí”. ¿Quiénes son? Somos nosotros, los miembros de la Iglesia. Cristo está rezando por nosotros, para que seamos uno. Sólo en la medida que seamos uno, vamos a dar verdadero testimonio de Cristo.

Qué importante es esto, que como cristianos busquemos siempre en todo lo que hacemos, la unidad, la reconciliación. Que en nuestras familias, con nuestros amigos, con la gente que trabajamos siempre busquemos la unidad.

Breve meditación personal

Haz silencio en tu interior y pregúntate: 

1.- ¿Rezas por los demás? ¿Confías en la oración, en que Dios te escucha cuando le pides?

2.- ¿Qué tanto vives en unidad, en reconciliación con las personas a tu alrededor? ¿Hay alguna persona con la que tengas que hacer las paces?

Acción de gracias y peticiones personales

Señor Jesús, gracias por pedir al Padre por nosotros y por velar para que seamos uno en tu amor. Te doy gracias por este momento de oración que me has concedido. Ayúdame a vivir la comunión con mis hermanos sin olvidarme nunca de Ti. Que te busque constantemente en el rostro del prójimo, y siendo uno con él, me haga uno también contigo, el Padre y el Santo Espíritu de Amor.
Amén.

Si quieres, puedes hacer pedirle al Señor por tus intenciones.

Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria...

Consagración a María

Termina esta oración rezándole a María.

Madre del Amor Misericordioso,
bien sabes que tu Hijo,
desde lo alto de la Cruz,
señaló el camino de la piadosa filiación
como aquel que deberíamos recorrer.
Te imploro me obtengas la gracia
de acercarme a tu Inmaculado Corazón,
desde mi propio corazón,
para aprender a amarte
y a honrarte
con el amor
que el Señor Jesús te tiene.
Cuida que este hijo tuyo
ingrese así
en el proceso de amorización
y vea algún día cumplida
la gran esperanza
de verse conformado
con el Salvador.
Amén.

+  En el nombre del Padre y, del Hijo, y del Espíritu Santo: Amén.

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