20 de abril de 2019
La Pascua es la fiesta de la remoción de las piedras
“Dios quita las piedras más duras, contra las que se estrellan las esperanzas y las expectativas: la muerte, el pecado, el miedo, la mundanidad” ha proseguido el Papa Francisco, puntualizando que “la historia humana no termina ante una piedra sepulcral, porque hoy descubre la «piedra viva»” que es – dice Francisco – “Jesús resucitado”. Además, ha pedido que nos preguntemos cuál es la piedra que tenemos que remover en nosotros, asegurando que esta noche cada uno de nosotros “está llamado a descubrir en el que está Vivo a aquél que remueve las piedras más pesadas del corazón”, porque es Él – ha dicho el Papa – “quien viene para hacerlo todo nuevo, para remover nuestras decepciones”.
La piedra de la desconfianza
Francisco ha explicado que, a menudo, la esperanza se ve obstaculizada por “la piedra de la desconfianza”: “Cuando se afianza la idea de que todo va mal y de que, en el peor de los casos, no termina nunca, llegamos a creer con resignación que la muerte es más fuerte que la vida y nos convertimos en personas cínicas y burlonas, portadoras de un nocivo desaliento”.
Pero también ha hablado de otro concepto: “el sepulcro de la esperanza”; un monumento que en ocasiones construimos dentro de nosotros debido a la insatisfacción: “quejándonos de la vida, hacemos que la vida acabe siendo esclava de las quejas y espiritualmente enferma” ha dicho el Papa, explicando que se va abriendo paso así una especie de psicología del sepulcro: “todo termina allí, sin esperanza de salir con vida”. Y aquí entra en juego la pregunta hiriente de la Pascua – dice el Papa – “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” y a la cual responde firmemente: “El Señor no vive en la resignación. Ha resucitado, no está allí; no lo busquéis donde nunca lo encontraréis: no es Dios de muertos, sino de vivos” y exclama: “¡No enterréis la esperanza!”.
La piedra del pecado
Junto a la piedra de la desconfianza – ha continuado el Pontífice – está “la piedra del pecado” que “sella el corazón”: “El pecado seduce, promete cosas fáciles e inmediatas, bienestar y éxito, pero luego deja dentro soledad y muerte”. Además, el pecado es – ha puntualizado – “buscar la vida entre los muertos, el sentido de la vida en las cosas que pasan”.
Levantemos la mirada, el Señor está con nosotros
Recordando de nuevo a las mujeres que fueron al sepulcro de Jesús y se quedaron asombradas ante la piedra removida y con las caras mirando al suelo, el Papa explica que al igual que a ellas, también a nosotros muchas veces nos sucede lo mismo y “preferimos permanecer encogidos en nuestros límites, encerrados en nuestros miedos”. Y esto lo hacemos – dice Francisco – “porque es más fácil quedarnos solos en las habitaciones oscuras del corazón que abrirnos al Señor”. Ante esto, afirma el Santo Padre, “el Señor nos llama a alzarnos, a levantarnos de nuevo con su Palabra, a mirar hacia arriba y a creer que estamos hechos para el Cielo, no para la tierra”.
La mirada de Jesús nos infunde esperanza
Francisco también ha exhortado, por un lado, a mirar la vida como Dios la mira: “En el pecado, él ve hijos que hay que elevar de nuevo; en la muerte, hermanos para resucitar; en la desolación, corazones para consolar”. Por otro lado, el Papa ha invitado a no quedarnos mirando el suelo con miedo, sino a mirar “a Jesús resucitado” porque su mirada “nos infunde esperanza” y nos dice “que siempre somos amados y que, a pesar de todos los desastres que podemos hacer, su amor no cambia”. Además, el Papa ha señalado que podemos cumplir la Pascua con Él, es decir, el paso: “de la cerrazón a la comunión, de la desolación al consuelo, del miedo a la confianza”.
Estar atentos al riesgo de tener fe de museo y no la fe de pascua
Si no tenemos un amor vivo con el Señor, se corre el riesgo de tener “una fe de museo, no la fe de pascua” ha puntualizado el Papa. Y en ese sentido, ha explicado que Jesús “no es un personaje del pasado” sino “una persona que vive hoy” y que “no se le conoce en los libros de historia” sino que “se le encuentra en la vida”.
“A veces nos dirigimos siempre y únicamente hacia nuestros problemas, que nunca faltan, y acudimos al Señor solo para que nos ayude” ha dicho el Papa concluyendo su homilía y ha puntualizado que “entonces no es Jesús el que nos orienta sino nuestras necesidades”. Ante esto, Francisco asegura que la Pascua nos enseña que el creyente está llamado a caminar al encuentro del que Vive y a darle un lugar central en la vida y pide dejar que el Resucitado nos transforme, pues – finaliza – cuantas veces luego de habernos encontrado con el Señor, “volvemos entre los muertos, vagando dentro de nosotros mismos para desenterrar arrepentimientos, remordimientos, heridas e insatisfacciones”.
Mireia Bonilla – Ciudad del Vaticano