Lecturas del día Oración

Lecturas del Lunes de la 30ª Semana del Tiempo Ordinario (I)

Rom 8,12-17 /Sal 67,2 y 4.6-7ab.20-21 (R.: 21a) / Lc 13,10-17

PRIMERA LECTURA

Habéis recibido un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: “¡Abba!” (Padre).

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos     8,12-17

Estamos en deuda, pero no con la carne para vivir carnalmente. Pues si vivís según la carne, vais a la muerte; pero si con el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis. Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial

Sal 67,2 y 4.6-7ab.20-21 (R.: 21a)

R/. Nuestro Dios es un Dios que salva.

Se levanta Dios, y se dispersan sus enemigos, 
huyen de su presencia los que lo odian. 
En cambio, los justos se alegran, 
gozan en la presencia de Dios, rebosando de alegría. R/.

Padre de huérfanos, protector de viudas, 
Dios vive en su santa morada. 
Dios prepara casa a los desvalidos, 
libera a los cautivos y los enriquece. R/.

Bendito el Señor cada día, 
Dios lleva nuestras cargas, es nuestra salvación.
Nuestro Dios es un Dios que salva, 
el Señor Dios nos hace escapar de la muerte. R/.

EVANGELIO

A ésta, que es hija de Abrahán, ¿no había que soltarla en sábado?

Lectura del santo evangelio según san Lucas     13,10-17

Un sábado, enseñaba Jesús en una sinagoga. Había una mujer que desde hacía dieciocho años estaba enferma por causa de un espíritu, y andaba encorvada, sin poderse enderezar.
Al verla, Jesús la llamó y le dijo: «Mujer, quedas libre de tu enfermedad.» Le impuso las manos, y en seguida se puso derecha. Y glorificaba a Dios. 
Pero el jefe de la sinagoga, indignado porque Jesús había curado en sábado, dijo a la gente: «Seis días tenéis para trabajar; venid esos días a que os curen, y no los sábados.»
Pero el Señor, dirigiéndose a él, dijo: «Hipócritas: cualquiera de vosotros, ¿no desata del pesebre al buey o al burro y lo lleva a abrevar, aunque sea sábado? Y a ésta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no había que soltarla en sábado?»
A estas palabras, sus enemigos quedaron abochornados, y toda la gente se alegraba de los milagros que hacía.

Palabra de Señor.