Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 7 – Viernes
25 de febrero de 2022
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas. Te pido que me ayudes a escuchar tu Palabra con reverencia y atención, para que pueda alimentarme de Ti, que eres el único alimento de vida eterna.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. Son tantas las veces que he fallado contra Ti que me da vergüenza mirar tu rostro. Pero tu misericordia es infinita. Tú no ves mi pecado, sino que ves mi corazón herido que necesita de Ti. Ayúdame a crecer en la Fe para que pueda vivir más coherentemente con tu Palabra, y así no pecar más contra Ti.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.” (Mc 10,1-12).
Jesús dejó aquel lugar y se fue a los límites de Judea, al otro lado del Jordán. Otra vez las muchedumbres se congregaron a su alrededor, y de nuevo se puso a enseñarles, como hacía siempre. En eso llegaron unos (fariseos que querían ponerle a prueba,) y le preguntaron: «¿Puede un marido despedir a su esposa?» Les respondió: «¿Qué les ha ordenado Moisés?» Contestaron: «Moisés ha permitido firmar un acta de separación y después divorciarse.» Jesús les dijo: «Moisés, al escribir esta ley, tomó en cuenta lo tercos que eran ustedes. Pero al principio de la creación Dios los hizo hombre y mujer; por eso dejará el hombre a su padre y a su madre para unirse con su esposa, y serán los dos una sola carne. De manera que ya no son dos, sino uno solo. Pues bien, lo que Dios ha unido, que el hombre no lo separe.» Cuando ya estaban en casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo, y él les dijo: «El que se separa de su esposa y se casa con otra mujer, comete adulterio contra su esposa; y si la esposa abandona a su marido para casarse con otro hombre, también ésta comete adulterio.»
Lectura espiritual breve
Lee este texto del Padre Juan José Paniagua que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
El matrimonio es un don de Dios, es un regalo del Señor para ser muy felices. Y como todo compromiso grande en la vida, exige totalidad. Un matrimonio a plazos (me caso sólo por 5 años para probar) o bajo condiciones, no es verdadero matrimonio, nadie lo aceptaría. Lo que el corazón humano anhela es un compromiso total, donde la entrega mutua sea para toda la vida. De ahí brota el carácter de la indisolubilidad matrimonial: salvo la muerte, nada más en esta vida disuelve el matrimonio. Y esto no es una invención de la Iglesia “caprichosa”, es un mandato que proviene del mismo Cristo, que brota del corazón de Dios: “Lo que Dios unió, que no lo separe el hombre”, nos ha dicho hoy en el Evangelio. Más claras no pueden ser sus palabras.
Y es un amor así de profundo porque el matrimonio es expresión de la unión de Cristo con su Iglesia. La Iglesia es la esposa de Cristo. De esa manera, el marido tiene una alta misión: está llamado a amar a su esposa, como Cristo amó y se entregó por su Iglesia, es decir, por todos nosotros. Y la esposa también tiene un alto llamado: está llamada a amar a su esposo, como la Iglesia, como todos nosotros, estamos llamados a amar y entregarnos a Cristo. Así de profundo es el vínculo que Cristo ha querido darle al matrimonio. Por eso, en una de las bendiciones nupciales, se reza lo siguiente: “Siendo el uno para el otro signo de Tu presencia en su vida, sean en verdad un solo corazón y un sólo espíritu”. Realmente el matrimonio es una realidad sagrada, el otro está llamado a ser como la presencia de Dios en la vida de su pareja. Que todos puedan vivir este don con alegría y generosidad de corazón.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por este encuentro Contigo. Gracias por hablarme a lo profundo de mi corazón y mostrarme cuánto necesito de Ti. Ayúdame a vivir también coherentemente m vida cristiana con mi familia así como la vivo con los demás.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia,
vida, dulzura y esperanza nuestra.
Dios te salve.
A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva,
a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea, pues, Señora Abogada Nuestra,
vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos,
y después de este destierro, muéstranos a Jesús,
fruto bendito de tu vientre.
Oh, clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.