Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 11 – Viernes
21 de junio de 2019
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Buen Jesús, yo creo que Tú eres el Señor de la vida. Yo creo que Tú has venido a reconciliar todas mis rupturas y que me amas hasta el extremo. Te pido permitas que mi pobre corazón se asemeje un poco más al tuyo, y que escuchando tu palabra, pueda amar tanto como Tú mismo nos has amado.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Te pido perdón Señor por todos mis pecados. Son tantas las veces que he fallado contra Ti que me da vergüenza mirar tu rostro. Veo tu Corazón traspasado, y sé que han sido mis propios pecados los que te han llevado a la muerte en la Cruz. Pero también sé que Tú has querido beber ese Cáliz para reconciliarme y para obtenerme la felicidad eterna. Ayúdame Señor a no pecar más contra Ti, y también a amarte con todas mis fuerzas y con todo mi corazón.
Lectura Bíblica: Mt 6,19-23
No junten tesoros y reservas aquí en la tierra, donde la polilla y el óxido hacen estragos, y donde los ladrones rompen el muro y roban. Junten tesoros y reservas en el Cielo, donde no hay polilla ni óxido para hacer estragos, y donde no hay ladrones para romper el muro y robar. Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Tu ojo es la lámpara de tu cuerpo. Si tus ojos están sanos, todo tu cuerpo tendrá luz; pero si tus ojos están malos, todo tu cuerpo estará en obscuridad. Y si tu fuente de luz se ha obscurecido, ¡cuánto más tenebrosas serán tus tinieblas!
Lectura espiritual breve
Lee esta breve reflexión que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Este Evangelio nos debería llevar a una pregunta muy importante: ¿cuál es mi mayor tesoro? ¿Qué es lo más importante en mi vida? Porque de esta pregunta, dependerá el rumbo que voy a tomar en mi existencia. Hacia allá van a ir todos mis esfuerzos y sacrificios. ¿Qué es lo que más valoras? ¿Cuál es tu mayor tesoro? Pues hacia allá irá tu vida.
Porque donde está tu tesoro, ahí está tu corazón, nos dice el Evangelio hoy. A veces pensamos que es al revés. Pensamos que tenemos que forzar al corazón a ir hacia una dirección que pensamos que debería ir. Pero qué difícil es forzar el corazón a que vaya a un lugar que no quiere. El corazón naturalmente va hacia aquello que valora. Si tu tesoro es Dios, el corazón no lo tienes que forzar, va a querer ir hacia allá. ¿Cuál es el gran tesoro en tu vida? Si es Dios, tu corazón va a querer mover toda tu vida en esa dirección.
Pero a veces nuestro tesoro no es Dios. A veces nuestros tesoros más importantes aún están en el mundo. Hay cosas muy pasajeras, pero que todavía anhelamos mucho. Quizá no son malas, pero puede ser que le damos demasiada importancia en nuestra vida y no les corresponde tanto. Que no nos sorprenda que el corazón nos jale con fuerza hacia allá.
Hoy, hagámosle caso a Jesús. No gastemos toda nuestra vida amontonando tesoros en esta tierra. La polilla y los ladrones se los acaban, esos son tesoros muy pasajeros. Porque de qué nos valdría ganar todas las carreras de esta vida, si perdemos la carrera más importante de todas, que es la de alcanzar el cielo. Mejor que nuestro gran tesoro esté en el Cielo, que todos nuestros esfuerzos en la tierra, que todas nuestras metas en esta vida, sean camino para que podamos alcanzar nuestro gran tesoro, nuestra gran meta que está en el Cielo. Porque ahí donde está tesoro, hacia allí ira tu corazón.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Señor por tu inmenso amor. Gracias por mostrarme cuán importante es que mi corazón esté en Ti. Ayúdame a no poner mis anhelos y mis esfuerzos en buscar las cosas terrenales, sino en esforzarme por vivir en Ti. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh Virgen gloriosa y bendita!
Amén.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.