Ciclo C – Tiempo Ordinario – Semana 11 – Sábado
22 de junio de 2019
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Invoco, Señor, la presencia del Espíritu para que me acompañe en este momento de oración. Ilumina mi mente y ayúdame a interiorizar tus enseñanzas de modo que pueda, como Juan el Bautista, ser coherente y fiel a tus designios.
Acto penitencial
(Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día).
Arrepentido por todas las veces en las que me he apartado del camino de la Vida, te pido perdón, Señor, y te suplico que me fortalezcas y renueves en mis buenas resoluciones. Confío en Ti y me llena de esperanza saber que tu misericordia es infinita.
Lectura Bíblica
«Su nombre es Juan» (Lc 1,57-66.80)
Cuando le llegó a Isabel su día, dio a luz un hijo, y sus vecinos y parientes se alegraron con ella al enterarse de la misericordia tan grande que el Señor le había mostrado. Al octavo día vinieron para cumplir con el niño el rito de la circuncisión, y querían ponerle por nombre Zacarías, por llamarse así su padre. Pero la madre dijo: «No, se llamará Juan». Los otros dijeron: «Pero si no hay nadie en tu familia que se llame así». Preguntaron por señas al padre cómo quería que lo llamasen. Zacarías pidió una tablilla y escribió: «Su nombre es Juan», por lo que todos se quedaron extrañados. En ese mismo instante se le soltó la lengua y comenzó a alabar a Dios. Un santo temor se apoderó del vecindario, y estos acontecimientos se comentaban en toda la región montañosa de Judea. La gente que lo oía quedaba pensativa y decía: «¿Qué va a ser este niño?» Porque comprendían que la mano del Señor estaba con él. A medida que el niño iba creciendo, le vino la fuerza del Espíritu. Vivió en lugares apartados hasta el día en que se manifestó a Israel.
Lectura espiritual breve
Lee esta breve reflexión que te ayudará a profundizar el sentido del Evangelio:
Hoy celebramos el nacimiento de Juan el Bautista, que vino a preparar el camino para la venida de Jesús, con un bautizo de conversión. El bautizo, que con Cristo significa el inicio de la vida cristiana, ahí es donde comienza la vida de la gracia en una persona.
Pero me he topado en más de una ocasión personas que me dicen: “yo no voy a bautizar a mi hijo, hasta que él cumpla 18 años y él mismo decida si quiere, porque no quiero imponerle ninguna religión”. Cuando escucho algo así, siempre me surge el deseo de hacerles un planteamiento: si no lo vas a bautizar por esas razones, está bien, pero sé coherente: tampoco lo metas a la escuela, hasta que sea mayor y él decida. Tampoco le impongas una educación, que él escoja si quiere ir al colegio, a qué colegio ir, qué tipo de educación recibir. Quizá no quiere aprender inglés, sino francés, y tú lo estarías obligando.
Y es que en realidad si no educas a un niño en la fe desde pequeño, no le estás dando la oportunidad que cuando sea mayor elija, sino se la estás quitando, porque a un niño que le han quitado desde pequeño la oportunidad de conocer la fe, qué difícil es que de adulto vaya a optar por algo que ni conoce. En cambio, los que han sido educados en la fe, al ser mayores tienen toda la opción de seguir ese camino o abandonarlo, como de hecho, muchos hacen.
Juan es la voz que clama en el desierto, Jesús es la Palabra. El contenido lo pone Jesús, Juan pone su voz. Eso es propio de un cristiano, no nos predicamos a nosotros mismos. Ponemos nuestra voz para que Jesús hable. La Palabra la pone Jesús, la voz la pongo yo. Prestarle voz a la Palabra, esa es la vocación del cristiano. Préstale tu voz a Jesús para que Él le hable al mundo. Que tu voz no sea altavoz de vanidades. Préstale a Jesús tu voz, tus palabras, tu amor, tus acciones, tu vida, para que Él actúa a través tuyo.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1.- ¿Qué me dice el Evangelio que he leído?
2.- ¿Cómo ilumina mi vida?
3.- ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
4.- ¿Qué me falta para ser más como Él?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Amigo bueno, por este momento de oración. Quiero responder a tu llamado a la santidad. Ayúdame, por intercesión de San Juan Bautista, a escoger siempre el camino de la humildad, y a seguirte con fidelidad y generosidad. Amén.
(Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones).
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Acuérdate,
¡oh piadosísima, Virgen María!,
que jamás se ha oído decir
que ninguno de los que
han acudido a tu protección,
implorando tu auxilio
haya sido abandonado de Ti.
Animado con esta confianza,
a Ti también yo acudo,
y me atrevo a implorarte
a pesar del peso de mis pecados.
¡Oh Madre del Verbo!,
no desatiendas mis súplicas,
antes bien acógelas benignamente.
Amén
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.