Ciclo C – Pascua – Semana 06 – Sábado
01 de junio de 2019
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Señor Jesús, Tú eres mi compañero de camino. Adónde voy, siempre estás Tú a mi lado. Estás presente en mi vida y me alimentas con tu palabra y con tu Eucaristía. Ayúdame a confiar siempre en Ti y en este momento de oración, ayúdame a ponerme en tu presencia para acoger con reverencia tu palabra.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Quiero reconocer en tu presencia buen Jesús, que soy pecador. Soy consciente de mis faltas y pecados, de mi falta de amor. Pero sé también de tu misericordia infinita. Sé que has venido a salvar y no a condenar. Ayúdame a acogerme a tu perdón y dejarme sanar por tu abrazo misericordioso.
Lectura Bíblica
«Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta» (Jn 16,23b-28)
Les aseguro que todo lo que pidan al Padre, él se lo concederá en mi Nombre. Hasta ahora, no han pedido nada en mi Nombre. Pidan y recibirán, y tendrán una alegría que será perfecta. Les he dicho todo esto por medio de parábolas. Llega la hora en que ya no les hablaré por medio de parábolas, sino que les hablaré claramente del Padre. Aquel día ustedes pedirán en mi Nombre; y no será necesario que yo ruegue al Padre por ustedes, ya que él mismo los ama, porque ustedes me aman y han creído que yo vengo de Dios. Salí del Padre y vine al mundo. Ahora dejo el mundo y voy al Padre».
Lectura espiritual breve
Lee con atención la siguiente reflexión que te ayudará a profundizar el evangelio:
El Señor nos invita a pedirle con el corazón abierto. En Jesús, el Padre nos ha regalado un mediador, pues Él lleva nuestras súplicas al Padre y el Padre escucha a su Hijo. Pero las preguntas que surgen son cómo pedir y qué pedir. El Señor si bien nos escucha, nos enseña con el testimonio de su vida que Él ciertamente intercede por nosotros, pero buscando siempre nuestro mayor bien. Muchas veces nosotros estamos pendientes de cosas pasajeras, pero Dios tiene nuestra mirada en nuestra salvación y felicidad eternas. Junto con eso, está la actitud que Cristo tuvo en el huerto de Getsemaní: “Padre, aparta de mí este cáliz pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”. El Señor nos enseña la humildad que debemos tener al pedir algo a Dios, pues el Padre que todo lo conoce sabe qué es lo que necesitamos. Eso no quiere decir que debamos dejar de pedirle por nuestras intenciones, sino por el contrario, ¡debemos pedirle mucho! Pero con la humildad de saber que tal vez para el Padre eso no sea lo mejor para nosotros o tal vez este no sea el momento. Es bueno y necesario pedir, pero con la confianza en que Dios llevará a cabo lo mejor para nosotros y en el tiempo que sea mejor para nosotros y nuestra santidad.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué me dice el evangelio que he leído?
2. ¿Cómo ilumina mi vida?
3. ¿Qué tengo que cambiar para ser más como Jesús?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por estar a mi lado, por caminar conmigo y traer luces a mi vida, en especial en los momentos en que las cosas parecen confusas y difíciles. Ayúdame a crecer en la fe y a buscarte siempre en la Eucaristía. Amén.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Reina del Cielo, alégrate, aleluya,
porque el Señor, a quien llevaste en tu seno, aleluya,
ha resucitado, según su palabra, aleluya.
Ruega al Señor por nosotros, aleluya.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.