Ciclo B – Tiempo Ordinario – Semana 04 – Martes
02 de febrero de 2021
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Oración inicial
Hoy, Señor, celebramos tu Presentación en el templo. Quiero aprender de María a guardar y meditar tu Palabra en mi corazón. Ayúdame a ser dócil como Ella y hacer de Ti el centro de mi vida.
Acto penitencial
Hago en silencio un breve examen de conciencia de mi último día.
Estar en tu presencia, Amigo bueno, pone al descubierto las intenciones de mi corazón. Te pido arrepentido que perdones mis faltas y pecados y me ayudes a abrir mi interior a la fuerza transformante de tu gracia que me purifica y reconcilia.
Lectura Bíblica según el Evangelio del día
“Llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor” (Lc 2,22-40).
Cuando llegó el día fijado por la Ley de Moisés para la purificación, llevaron al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor, como está escrito en la Ley: Todo varón primogénito será consagrado al Señor. También debían ofrecer en sacrificio un par de tórtolas o de pichones de paloma, como ordena la Ley del Señor. Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, que era justo y piadoso, y esperaba el consuelo de Israel. El Espíritu Santo estaba en él y le había revelado que no moriría antes de ver al Mesías del Señor. Conducido por el mismo Espíritu, fue al Templo, y cuando los padres de Jesús llevaron al niño para cumplir con él las prescripciones de la Ley, Simeón lo tomó en sus brazos y alabó a Dios, diciendo: “Ahora, Señor, puedes dejar que tu servidor muera en paz, como lo has prometido, porque mis ojos han visto la salvación que preparaste delante de todos los pueblos: luz para iluminar a las naciones paganas y gloria de tu pueblo Israel”. Su padre y su madre estaban admirados por lo que oían decir de él. Simeón, después de bendecirlos, dijo a María, la madre: “Este niño será causa de caída y de elevación para muchos en Israel; será signo de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el corazón. Así se manifestarán claramente los pensamientos íntimos de muchos”. Había también allí una profetisa llamada Ana, hija de Fanuel, de la familia de Aser, mujer ya entrada en años, que, casada en su juventud, había vivido siete años con su marido. Desde entonces había permanecido viuda, y tenía ochenta y cuatro años. No se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día con ayunos y oraciones. Se presentó en ese mismo momento y se puso a dar gracias a Dios. Y hablaba acerca del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén. Después de cumplir todo lo que ordenaba la Ley del Señor, volvieron a su ciudad de Nazaret, en Galilea. El niño iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él.
Lectura espiritual breve
Lee esta meditación del Padre Christian Vinces:
Hoy celebramos la Fiesta de la Presentación del Señor en el Templo. José y María, cumpliendo la Ley de su Pueblo, llevan a su Hijo al Templo, para presentarlo al Señor. En esta escena aparece Simeón quien llama al Señor Jesús “Luz de las Naciones”. El anciano reconoce en ese pequeño Niño, portado en brazos por su Madre, a la Luz que él ha esperado por tantos años, a la Luz que espera toda la humanidad. Cristo es la Luz de los pueblos. Es Luz porque nos ha venido a revelar el amor misericordioso del Padre, y sólo el amor de Dios es capaz de dar vida y calor a la oscuridad que muchas veces reina en nuestra vida, a la oscuridad que reina en el mundo. La Iglesia, Cuerpo de Cristo, está llamada a reflejar la luz de Cristo a todas las naciones. No es una luz propia, la Iglesia refleja la Luz de su Señor. Cada uno de nosotros, como miembros de la Iglesia, estamos invitados a ser portadores de esa luz para los demás.
Breve meditación personal
Haz silencio en tu interior y pregúntate:
1. ¿Qué rincones de mi corazón, qué situaciones de mi vida quiere iluminar Jesús y darles calor con su Luz?
2. ¿Cómo puedo yo colaborar en transmitir esa Luz de Cristo a los demás?
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias, Jesús, por mostrarme una vez qué hermoso es el camino de la Luz. Quiero avanzar por ese camino de la mano de tu Madre, la Sierva humilde y pura a quien se le reveló la grandeza del amor de Dios. Quiero, Señor, ser portador de la luz verdadera para mi familia, mis amigos y para todos aquellos con los que pueda compartir la inmensa alegría de creer en Ti.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Pidámosle a María que nos acompañe siempre:
Madre del Redentor, Virgen fecunda
puerta del Cielo
siempre abierta,
estrella del mar
ven a librar al pueblo que tropieza
y se quiere levantar.
Ante la admiración
de cielo y tierra,
engendraste a tu Santo Creador,
y permanecés siempre Virgen,
recibe el saludo del ángel Gabriel
y ten piedad de nosotros pecadores.
+ En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.